domingo, 29 de noviembre de 2020

¿ARGENTINA, EN QUÉ TE HAN CONVERTIDO?

 El velorio de Diego Armando Maradona fue una muestra más del deterioro social y cultural de la Argentina.   Esta vez el ídolo del fútbol mundial, el barrilete cósmico que, parafraseando al relator Víctor Hugo Morales, se fue sin decirnos de qué planeta vino para dejar en el camino a tanto inglés, nada tuvo que ver.

En esto del deterioro social y cultural no creo que haya excepciones, aunque sí intensidades distintas en una sociedad donde lo correcto importa poco y el respeto parece ser una cosa de “boludos”.  Da mucha tristeza, porque vivimos aquí, porque vemos su deterioro constante, y porque el granito de arena que podamos aportar no alcanza pues se lo lleva el vendaval de la irreverencia sin límites.

¿Qué nos sorprende?  La respuesta debiera ser nada, porque nos hemos acostumbrado a vivir viendo todos los días cosas que en cualquier otro país del mundo serían reprochables; acá se han naturalizado.

El deterioro social, cultural y ético de esta sociedad chorrea de arriba hacia abajo.  Somos testigos diarios de malos ejemplos de parte de quienes debieran dar buenos, los mejores ejemplos. ¿Qué otra cosa se puede esperar?

Un lector veloz asociará esto a un gobierno de turno. No se confundan.  El deterioro tiene raíces y evoluciones mucho más profundas y eso es un gran problema.  Que cada administración haya aportado su cuota no cabe ninguna duda, pero el cuándo comenzó sin dudas es un tema para largo y desacalorado debate.

Cuando digo que el deterioro chorrea de arriba hacia abajo tiene que ver con una cuestión absolutamente normal, pues es regla de la vida.  Los buenos ejemplos los dan los que están arriba, sean padres, profesores, jefes, y especialmente gobernantes.  Es la base del liderazgo pues un líder no es aquel que tiene autoridad, sino aquel que crea seguidores dispuestos; un líder es un modelo a seguir; es alguien que modela conductas, comportamientos, formas de ser.  Genera lo que llamo “relaciones espejo”.  Ser como aquel que da buenos ejemplos obliga inevitablemente a parecerse; es la suma de positivos.

Argentina ha carecido y carece de buenos modelos; me refiero a personas con una capacidad, “intachabilidad” -si se me permite el término- y una fuerza moral capaz de moldear buenas conductas.  Para que se entienda esto, nos referimos en el ámbito de las autoridades, porque ellas además tienen la herramienta legal para enderezar conductas torcidas.

Queda la sensación de que hay una errada interpretación del concepto Libertad[i], donde la propia se termina justo allí donde comienza la del otro. Simple.

Queda la sensación de que la Ley, en general, tiene interpretaciones que más tienen que ver con las ideologías que con lo jurídico.  Por favor, no piensen en el ahora, piensen en el siempre.

Queda la sensación de que el respeto siempre es importante si el que se vulnera es el propio.

Queda la sensación de que la única forma de derrotar al otro es mediante la descalificación, y si es peyorativa, mejor.

En estricto rigor no son sensaciones, es la realidad.

Decía al comienzo que parece que el respeto parece ser cosa de “boludos”, y en realidad no es así.  “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.  Ninguno nos salvamos porque todos “pecamos”, mucho o poco, todos los días o a veces, pero lo hacemos.  Lo hacemos cuando no respetamos al que va dentro de la rotonda; cuando nos metemos “de prepo” en la fila; cuando queremos ganarnos unos pesos “en negro”, pagar menos impuestos, “coimear” al policía, y si no insultarlo; cuando estacionamos en el paso de minusválidos, etc. Ejemplos sobran.

A veces, a modo de estúpida justificación digo que es la forma de sobrevivir en la Ley de la Selva, pero no es así.

Hace unos días un empresario argentino que está invirtiendo en Uruguay comentaba sobre la posición de ese país en Latinoamérica:  Número 1 en el Índice de Democracia; No. 1 en la Baja Percepción de Corrupción; No. 1 en el Índice de Libertades Civiles; No. 1 en el Estado de Derecho; No. 1 en Movilidad Social. Uruguay lleva 16 años seguidos de crecimiento continuo con un 4,5% promedio”.

Mencionó sin proponérselo las principales carencias de la Argentina actual. Y eso duele, incluso aunque no hayas nacido en esta tierra por cuanto no siempre fue así, todo lo contrario.  Argentina fue, y por mucho tiempo, un destino aspiracional, una tierra de oportunidades para el que llegaba con ganas de trabajar y salir adelante.  Dan prueba de ello los cientos de miles inmigrantes italianos, españoles, polacos, judíos, armenios, árabes, ingleses, etc. que aportaron trabajo, que la convirtieron en su segunda patria y contribuyeron a hacerla grande.

Sin embargo, y para no ir tan atrás en la historia, coincidiremos que en lo que lleva recorrido este Siglo XXI vemos a una Argentina que se deteriora día a día social y económicamente. No hay un solo indicador, de esos que usan los países para saber si están bien o están mal, que le dé favorable al país, tampoco se ven proyecciones optimistas salvo en los apuntes de algún político en tiempos de campaña. Mal presente, mal pasado inmediato, pesimista futuro.

Es una gran tristeza, se los digo en serio, porque estamos siendo testigos de la transformación de un país de inmigrantes a uno de emigrantes.

Los que tienen o han tenido las herramientas para frenar o revertir este proceso decadente han hecho nada o lo que han hecho lo han hecho mal. Y ojo, quizás no haya que poner sólo los ojos en las instituciones y poderes del Estado, también hay mirar a los empresarios, sindicatos, gremios, escuelas y universidades, y por supuesto a los medios de comunicación.  Todos han aportado y aportan su cuota de deterioro. 

Al escribir estas reflexiones inevitablemente se me viene a la cabeza la siguiente pregunta: ¿En qué te han convertido Argentina? 

¿A usted no?

 



[i] LIBERTAD:  Es la facultad o capacidad del ser humano de actuar según sus valores, criterio, razón y voluntad.  Se utiliza la palabra Libertad para referirse a la facultad que tienen los ciudadanos de un país para actuar o no según su voluntad y lo establecido por la Ley.

 

 

sábado, 21 de noviembre de 2020

LA FALSA DE LA VACUNA - II PARTE

 

En el mes de Septiembre pasado escribí sobre las falsas expectativas que las autoridades políticas, diría en general, han creado respecto de las vacunas Covid19. De cómo han jugado con el rigor científico para ver quién gana la carrera del primer pinchazo. 

Aquí no se trata de posturas ideológicas, sino del oportunismo natural de todo aquel que ejerce la política, de algo que es inherente a su naturaleza. 

Ahora que ya se ha sabido que las vacunas han ido cumpliendo con los necesarios pasos propios de un proceso serio y riguroso, con efectividades comprobadas y casi con fecha cierta de disponibilidad, aunque nada confirmado aún, viene la etapa siguiente de la especulación:  el proceso de vacunación. 

¿Alguno tiene certeza, porque se lo haya escuchado a alguna autoridad responsable, de cómo sería el proceso de vacunación?  Sí, hemos escuchado decir que primero los grupos de riesgo y el personal esencial de Salud. 

Me refiero a la logística. Es decir, sin importar el tamaño del país o la cantidad de  habitantes, de cómo será el proceso?

Aquel que comienza desde que se reciben las dosis (que aún no sabemos cuántas), se almacenan, que tampoco sabemos dónde y cómo; se trasladan preservando las temperaturas, y otra vez el almacenaje en otros lugares, y el personal necesario y disponible, y la cobertura hasta el último rincón de cada territorio (sin olvidarse de la cadena de frío), etc.

¿Están las heladeras para menos 70 grados, o para menos 20 ó menos 10?  
¿Cuántas se necesitan? 
¿Ya las compraron?
¿Hay en el mercado aparatos suficientes con ls características especiales para vacunas?

Luego, ¿cuál es la capacidad operativa de vacunación de los gobiernos?
¿En cuánto tiempo se vacuna a una persona? ¿Y a diez, y a cien, y a mil, a cien mil, a un millón?

Si alguno le cuenta a alguna autoridad que alguien hizo estas preguntas, ¿encontrará las respuestas?

Por eso hablo de la Falsa de la Vacuna - II Parte.  

Las autoridades insisten en la demagógica idea de que apenas llegue la vacuna todos los problemas originados por la pandemia, y en casos más dramáticos por las cuarentenas, que no es lo mismo, se habrán solucionado.  Falso, porque hoy ninguna de esas autoridades está en condiciones de responder satisfactoriamente ninguna, alguna o todas las interrogantes planteadas. 

Ni Uruguay, el país más chico, ni Brasil, el país más grande deben saber hoy cuándo comenzarían su proceso de vacunación y mucho menos cuándo terminarían. Tampoco deben tener siquiera una estimación, porque la clave es el proceso logístico. 

Y eso que ni siquiera hemos hablado de platas. Porque las vacunas hay que comprarlas, y las heladeras también. Y el proceso logístico hay que financiarlo.  Seguro que plata va a haber, pero tampoco deben saber cuánto van a necesitar.   Díganme entonces si no hablamos con razón de la Falsa (expectativa) de la Vacuna. 

No debe haber problema global que se haya  “demagogizado” tanto. Acá en la región hemos visto demagogia de “medio pelo” porque hay gobernantes “medio pelo”, ignorantes, populistas y/u oportunistas. Y quizás alguno con todos esos atributos juntos. 

Resumiendo.  Hasta que no hayan visto el carrito vacunador frente a la puerta de su casa y hayan sentido el pinchazo, crean muy poco lo que digan por ahí. No se coman el amague, dirían en el fútbol, y por el contrario, siéntanse con todo el derecho a cuestionarlo todo. No olviden que seguramente en este tiempo de pandemia ya les han mentido muchas veces. 

Mientras, sigamos cuidándonos, usando tapaboca, saludándonos con el puño, guardando la distancia social y no haciendo tonteras, porque somos los primeros responsables de nuestra salud y la de nuestras familias. El resto es valor agregado, ¿o no cree usted?

 .......................


Bonus track:  También cuestionen lo que digan los medios, pues  hay algunos/muchos que por un titular rimbombante tiran por la ventana la necesaria rigurosidad periodística. Y otros sólo son caja de resonancia. 

domingo, 8 de noviembre de 2020

FACT CHECKING: EL NECESARIO FRENO DE LOS MEDIOS Y REDES

La elección presidencial de los Estados Unidos puso en el tapete un tema polémico, importante, y en mi opinión, muy necesario. Colocó a los medios de comunicación y a las redes sociales en una posición mucho más protagónica aún, un verdadero cuarto poder.

 

Me refiero al fact checking, que no es otra cosa que la comprobación de lo que se dice. O sea, detectar errores y/o noticias falsas y hacérselo saber a la audiencia.   Esto no es nuevo en muchos medios, sin embargo, ahora adquirió relevancia porque, por ejemplo, Donald Trump durante el proceso de recuento de votos comenzó a disparar mensajes por Twitter que, en opinión de esa red social, decía cosas que no eran ciertas o difícil de comprobar. Dicho en otras palabras, distorsionaba la realidad.

 



 

Ojo, Mr. Trump no es el único, pero sí uno de los más importantes cultores de esta práctica que se da en la política, pero también en cualquier otro ámbito de la vida pública. Se dicen cosas no verdaderas o no precisas en las finanzas, en la economía, en la farándula y en las noticias en general por personas de alta figuración pública. 

 

El tema de fondo es. 

¿Está bien que los medios y redes sociales lancen estas alertas a su público? 

¿Dónde está la delgada línea que separa el resguardo de la información de buena calidad con una presunta censura?

¿Quién le otorgó a los medios y redes la potestad de hacer este “control”?

 

El debate viene para largo porque todos opinan, ya sea a favor o en contra.

 

La primera cuestión que habría que analizar es obvia y la siguiente.  ¿Si los medios o redes dijeran algo de uno mismo que no es cierto o es difícil de comprobar estaría bien que se haga sabiendo que el mensaje podría ser perjudicial?

 

Personalmente estoy a favor del fact checking.  Me parece que los medios tienen la obligación de velar porque lo que se dice o se informa sea cierto, o al menos, absolutamente posible de comprobar.  No es aceptable que esos medios sean utilizados como caja de resonancia para decir cosas que llevan implícito algo de dudosa credibilidad.

 

Recuerdo cuando trabajé en el Diario La Tercera -allá por la década del 80 (plena dictadura) que tenía un editor cuya única condición editorial que me puso fue: “Puedes publicar lo que quieras mientras no faltes a la verdad o difames a alguien. No hacemos desmentidos, y si los tenemos que hacer, ya no tendrás trabajo”.   Una obviedad que hoy más que nunca hay que enfatizar porque los medios y redes son tremendamente poderosos.

 

Los personajes públicos, algunos investidos de fueros mal entendidos, se permiten decir cosas que causan daño, o en el más leve de los casos, confusión en una opinión pública que a veces se comporta como un rebaño y se deja llevar por dichos que dan por buenos porque simplemente son dichos por alguien “importante”.

 

No pocos, incluso periodistas, rasgan vestiduras con esto del fact checking que no es otra cosa que asumir con mucha más rigurosidad las tareas de cualquier editor. 

 

En medio de la tensión de conteo de votos Donald Trump dijo: “I won this election, by a lot” (Gané esta elección, por mucho).   La respuesta de los medios fue casi inmediata: “Esto no se puede comprobar”. Una expresión de este tipo era como tirar un fósforo en medio de bidones de combustible. Mr. President no dio una sola muestra que permita afirmar que sus expresiones eran ciertas.  Algunos medios fueron más allá. Simplemente cortaron cuando Trump buscaba convencer que era el ganador.  ¿Fue censura?  En mi opinión no.

 

Los medios no están obligados a publicar todo lo que dicen los personajes públicos. En eso consiste precisamente la edición.

 

En algunos de nuestros países las autoridades se esmeran en afirmar que en Diciembre 2020 estarán vacunando contra el Covid-19. Hoy al momento que escribo y publico esto no hay un solo país sudamericano capaz de afirmar que eso será así.  Correspondería entonces que los medios digan que se trata de una información que no tiene ningún elemento que permita dar certeza de aquello.  No lo han hecho; quizás porque aún andan muy livianos de rigurosidad, o bien con exceso de compromiso con las fuentes oficiales.

 

Sin embargo, parece que el fact checking  llegó para quedarse porque le hace bien a la gente. ¿o no cree usted?

VIOLENCIA MACHISTA. AY QUÉ TEMA, ¿NO?

“L a acumulación de crímenes por violencia machista ha originado entre los lectores diversos debates sobre cómo deben contarse estos abomina...