lunes, 28 de junio de 2021

VIOLENCIA MACHISTA. AY QUÉ TEMA, ¿NO?


“La acumulación de crímenes por violencia machista ha originado entre los lectores diversos debates sobre cómo deben contarse estos abominables hechos”.  Así comienza su columna en El País de España el periodista Carlos Yarnóz, quien ocupa el puesto de Defensor del Lector en ese diario. La escribió el 20 de Junio del 2021, o sea, recién.

 

Como bien dice en su articulo, este es un tema de Estado, pero así y todo aún no hay consenso en el periodismo en cómo tratar a víctimas y victimarios. Es que esta es otra de las deudas del periodismo en particular y de la sociedad en general. Pero hablemos del periodismo.

 

Una de las primeras cosas que enseñan cuando abrazas la profesión es que las noticias siempre deben ser contadas desde la perspectiva de las víctimas.  Eso que es  algo que debe quedar grabado a fuego muchas veces parece ser olvidado, o expresamente relegado a cambio de una “noticia rimbombante”, o de escarbar más allá de lo prudente, de lo correcto, de lo necesario.

 

Salgámonos del tema un rato. La prensa latina se queja por estos días por la escasez de información oficial de parte de las autoridades tras el derrumbe del edificio en Surfside, Miami.  Las fuentes oficiales son celosas y respetuosas del manejo de la situación porque en ella hay personas, dramas humanos, tragedias familiares, todo aquello que en nuestras latitudes sería material “de primera” para ediciones especiales y para que periodistas y “opinólogos” se conviertan en “expertos” en derrumbes, en sabuesos policiales, en eruditos de la construcción y la arquitectura, y por supuesto, en prolíficos elucubradores de teorías conspirativas.  No va por ahí la cosa.  La rigurosidad informativa ha llegado a transformarse en un bien escaso.

 

Pero volvamos al tema principal.  Yarnóz cuenta en el artículo que su diario impuso en su Manual de Estilo, a partir de Febrero pasado, una rigurosa postura frente a la violencia machista, porque el diario llamará así, sin titubeo alguno lo que en otras partes, o quizás en todas partes, siguen llamando violencia de género.

 

Quiero citar textual el artículo. “El Libro de Estilo dice que El País debe extremar el cuidado para no causar un daño añadido a las víctimas al publicar, por ejemplo, innecesarios datos de su vida privada. El sujeto de estas informaciones es el verdugo, no su víctima, y queda prohibido el concepto de crimen pasional”.  Clarísimo.  Una obviedad dirá algunos; pero una obviedad que en la lucha por un punto de rating o un like más queda relegada inevitablemente a un segundo o tercer plano.

 

Y pongan atención lo que agrega: “Las opiniones de vecinos no deben recogerse -salvo excepciones- porque desconocen la relación real de los protagonistas”.  ¿Se imaginan cómo sería el periodismo de nuestras latitudes sin la opinión de los vecinos o del curioso que se paró en la esquina? Coincidiremos que muchas veces que esta parte llena más espacio que la misma noticia.

 

La falta de rigurosidad periodística para informar un hecho es demasiado evidente. El reemplazo de especulaciones en vez de datos también.  En el caso de la violencia machista no hay siquiera lugar para titubeos o elucubraciones. No lo puede haber.  Falta empatía.

 

Los medios tienen la gran posibilidad de darle visibilidad y relevancia a los hechos, y en el caso de la violencia machista sensibilizar y al mismo tiempo avergonzar a aquellos que teniendo las herramientas para frenarla no lo hacen: jueces, fiscales, legisladores, policías, etc.

 

Todo lo que se diga sobre la violencia machista será insuficiente mientras esta  exhiba cifras tan dramáticas como las publicadas por la ONG Ayuda en Acción (www.ayudaenaccion.org):

Las cifras del feminicidio en América Latina

Si nos centramos en las cifras de 2020, estas son las cifras de las mujeres asesinadas en cada uno de los países donde trabajamos en el continente americano:

  • Bolivia: en un país donde en 2015 el 10% de las víctimas mortales de la violencia de género eran menores de 18 años, 83 mujeres fueron asesinadas entre enero y agosto de 2020. Durante la cuarentena hubo 53 casos.
  • Colombia: según el Observatorio de Feminicidios en Colombia, 445 mujeres fueron asesinadas hasta septiembre. Durante la cuarentena, se alcanzó la cifra de 243 feminicidios.
  • Costa Rica: de enero a septiembre de 2020 se han registrado 10 feminicidios íntimos en el país.
  • Ecuador: existe un informe elaborado por varias organizaciones dentro de la plataforma Alianza Mapeo donde identifican 748 mujeres asesinadas desde 2014 hasta marzo de 2020. Desde el 1 de enero al 2 de marzo de 2020 se contabilizaron 17 feminicidios.
  • El Salvador: el Observatorio de Violencia de Ormusa registra 71 feminicidios hasta el 13 de agosto de 2020. La cifra ha sufrido una bajada considerable con respecto a las del año anterior.
  • Guatemala: según cifras conocidas en octubre de 2020, el Observatorio de la Mujer, del Ministerio Público, reconocía 319 feminicidios.
  • Honduras: hasta el 30 de septiembre se registraron 195 feminicidios en el país. Desde el establecimiento del toque de queda por la COVID-19 se han registrado 126 muertes violentas de mujeres.
  • México: en 2020 el Observatorio de Feminicidios de México ha reportad0 724 feminicidios hasta el mes de septiembre.
  • Nicaragua: en los primeros 8 meses de 2020 el Observatorio Católicas por el Derecho a Decidir registró 50 feminicidios.
  • Paraguay: hasta agosto se registraron 20 feminicidios en el país sudamericano.
  • Perú: la Defensoría del Pueblo reconoce hasta octubre 100 casos de feminicidios reconocidos oficialmente y otras 45 muertes violentas de mujeres que están en estudio.
  • Venezuela172 mujeres fueron asesinadas por violencia de género en los primeros ocho meses del año.

Que a nadie le tiemblen los dedos en el teclado cuando la próxima noticia que escriban sobre el tema pongan directamente que se trató de violencia machista y no violencia de género.  Quizás muchas cosas seguirán sin cambiar, pero algo se habrá avanzado. ¿O no cree usted?

sábado, 12 de junio de 2021

QUE SE ESCUCHE FUERTE, EL VOTO NO LE PERTENECE A LOS ELEGIDOS

Han pasado varios meses desde la última columna. La pandemia y la necesidad de redoblar esfuerzos en el trabajo que nos da de comer nos ha hecho postergar un rato el teclado; sin embargo, no es fácil vivir sin escribir.  Y en este tiempo, como alguien dijo por ahí, “han pasado cosas”. Muchas.

 

Me quiero detener en una sobre la cual todos los países de la región, tan erráticos políticamente hablando, debieran centrar su mirada: El Proceso Constituyente de Chile.

 

Después de 40 años y mucho hastío ciudadano por cuestiones insatisfechas, la voluntad popular logró que Chile tenga una Asamblea Constituyente de 155 miembros donde están representados los de la derecha, los de la izquierda, los del centro, los que no son ni de aquí ni de allá, y, ojo que esto es muy importante, los pueblos originarios.  Sin dudas será el país que tendrá una Constitución muy distinta.  Y está bien que así sea no sólo, como dice la frase clisé, “porque Chile cambió”, sino porque el mundo ha cambiado.

 

El novel Siglo XXI, no cabe dudas, ha tenido cambios más profundos que todos los que tuvo la centuria anterior, y eso obliga a revisar todo.  Por eso digo que los países de la región deberán mirar con atención lo que va a ocurrir en esa larga y angosta franja de tierra.

 

Primero y principal, una obviedad. Los constituyentes no son los dueños de la verdad ni de su propia decisión, sino simplemente mandatarios de la voluntad popular, tal como ocurre con todos aquellos que ostentan cargos de representación popular.  Su tarea es simplemente llevar la voz, la opinión y los intereses de sus representados.  Claro, ya lo sé, eso no ocurre; es sólo teoría.  ¿Pero, hasta cuándo seguirá siendo teoría?

 

En la Asamblea Constituyente de Chile hay posiciones muy contrapuestas, como ocurre con la política en general, lo cual obligará a tener que negociar, ceder, entender, escuchar y acordar entre intereses ideológicos, económicos, valóricos e históricos, entre otros.  Así es en la vida y en el mundo real.

 

Sin embargo, cuando el candidato es elegido se produce casi de inmediato -y quizás con muy raras excepciones- una transformación inexplicable; ese candidato pasa a auto-percibirse gurú.  Dueño de verdades propias, o de la tienda que lo alberga cuando tiene tienda.  Les viene una amnesia tremenda de la campaña reciente y pasan a enarbolar discursos y posturas que poco o nada tienen que ver con lo prometido, o más bien dicho, con la confianza y el mandato cedido temporalmente.

 

Por eso no deja de llamar la atención cuando se escucha decir que “van a votar en conciencia”.  Un político, un constituyente, jamás puede votar en conciencia, pues esa aseveración está generalmente alejada del interés colectivo que se ha comprometido a representar y llevar hasta la instancia donde se toman las decisiones. 

 

El ejercicio democrático exige que aquel mandatario de la voluntad popular vaya y venga las veces que sean necesarias para tomarle el pulso y la opinión a los intereses de sus representados, y luego con la habilidad que se supone y se espera que debe tener plasmar aquello en una propuesta para tirar arriba de la mesa y negociar, ceder, entender, escuchar y acordar sin perder de vista el mandato.  Famosa es la frase de aquel ex presidente argentino que dijo “si yo decía lo que iba a hacer no me votaba nadie”.  Bueno, de eso hay bastante.

 

La nueva Constitución de Chile, matices más, matices menos, será quizás una tendencia a seguir por otros países, pues es necesario poner en contexto y con visión de futuro todo aquello que seguramente no está escrito en ninguna constitución que tenga más de 21 años.  Este siglo XXI y las nuevas generaciones nos vienen dando lecciones que muchas veces hemos tenido que aprender de manera muy dura.  Quizás recién ahora, en esta contemporaneidad estemos asistiendo al Fin de la Historia de la cual nos habló Francis Fukuyama a fines de los 90.  Hoy pensamos distinto, hay valores fortalecidos y otros algo devaluados, en fin, ya nada será igual.

 

Por eso, hoy más que nunca es necesario gritar, y que se escuche fuerte, el voto no le pertenece a los elegidos, ¿o no cree usted?

 

 

domingo, 29 de noviembre de 2020

¿ARGENTINA, EN QUÉ TE HAN CONVERTIDO?

 El velorio de Diego Armando Maradona fue una muestra más del deterioro social y cultural de la Argentina.   Esta vez el ídolo del fútbol mundial, el barrilete cósmico que, parafraseando al relator Víctor Hugo Morales, se fue sin decirnos de qué planeta vino para dejar en el camino a tanto inglés, nada tuvo que ver.

En esto del deterioro social y cultural no creo que haya excepciones, aunque sí intensidades distintas en una sociedad donde lo correcto importa poco y el respeto parece ser una cosa de “boludos”.  Da mucha tristeza, porque vivimos aquí, porque vemos su deterioro constante, y porque el granito de arena que podamos aportar no alcanza pues se lo lleva el vendaval de la irreverencia sin límites.

¿Qué nos sorprende?  La respuesta debiera ser nada, porque nos hemos acostumbrado a vivir viendo todos los días cosas que en cualquier otro país del mundo serían reprochables; acá se han naturalizado.

El deterioro social, cultural y ético de esta sociedad chorrea de arriba hacia abajo.  Somos testigos diarios de malos ejemplos de parte de quienes debieran dar buenos, los mejores ejemplos. ¿Qué otra cosa se puede esperar?

Un lector veloz asociará esto a un gobierno de turno. No se confundan.  El deterioro tiene raíces y evoluciones mucho más profundas y eso es un gran problema.  Que cada administración haya aportado su cuota no cabe ninguna duda, pero el cuándo comenzó sin dudas es un tema para largo y desacalorado debate.

Cuando digo que el deterioro chorrea de arriba hacia abajo tiene que ver con una cuestión absolutamente normal, pues es regla de la vida.  Los buenos ejemplos los dan los que están arriba, sean padres, profesores, jefes, y especialmente gobernantes.  Es la base del liderazgo pues un líder no es aquel que tiene autoridad, sino aquel que crea seguidores dispuestos; un líder es un modelo a seguir; es alguien que modela conductas, comportamientos, formas de ser.  Genera lo que llamo “relaciones espejo”.  Ser como aquel que da buenos ejemplos obliga inevitablemente a parecerse; es la suma de positivos.

Argentina ha carecido y carece de buenos modelos; me refiero a personas con una capacidad, “intachabilidad” -si se me permite el término- y una fuerza moral capaz de moldear buenas conductas.  Para que se entienda esto, nos referimos en el ámbito de las autoridades, porque ellas además tienen la herramienta legal para enderezar conductas torcidas.

Queda la sensación de que hay una errada interpretación del concepto Libertad[i], donde la propia se termina justo allí donde comienza la del otro. Simple.

Queda la sensación de que la Ley, en general, tiene interpretaciones que más tienen que ver con las ideologías que con lo jurídico.  Por favor, no piensen en el ahora, piensen en el siempre.

Queda la sensación de que el respeto siempre es importante si el que se vulnera es el propio.

Queda la sensación de que la única forma de derrotar al otro es mediante la descalificación, y si es peyorativa, mejor.

En estricto rigor no son sensaciones, es la realidad.

Decía al comienzo que parece que el respeto parece ser cosa de “boludos”, y en realidad no es así.  “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.  Ninguno nos salvamos porque todos “pecamos”, mucho o poco, todos los días o a veces, pero lo hacemos.  Lo hacemos cuando no respetamos al que va dentro de la rotonda; cuando nos metemos “de prepo” en la fila; cuando queremos ganarnos unos pesos “en negro”, pagar menos impuestos, “coimear” al policía, y si no insultarlo; cuando estacionamos en el paso de minusválidos, etc. Ejemplos sobran.

A veces, a modo de estúpida justificación digo que es la forma de sobrevivir en la Ley de la Selva, pero no es así.

Hace unos días un empresario argentino que está invirtiendo en Uruguay comentaba sobre la posición de ese país en Latinoamérica:  Número 1 en el Índice de Democracia; No. 1 en la Baja Percepción de Corrupción; No. 1 en el Índice de Libertades Civiles; No. 1 en el Estado de Derecho; No. 1 en Movilidad Social. Uruguay lleva 16 años seguidos de crecimiento continuo con un 4,5% promedio”.

Mencionó sin proponérselo las principales carencias de la Argentina actual. Y eso duele, incluso aunque no hayas nacido en esta tierra por cuanto no siempre fue así, todo lo contrario.  Argentina fue, y por mucho tiempo, un destino aspiracional, una tierra de oportunidades para el que llegaba con ganas de trabajar y salir adelante.  Dan prueba de ello los cientos de miles inmigrantes italianos, españoles, polacos, judíos, armenios, árabes, ingleses, etc. que aportaron trabajo, que la convirtieron en su segunda patria y contribuyeron a hacerla grande.

Sin embargo, y para no ir tan atrás en la historia, coincidiremos que en lo que lleva recorrido este Siglo XXI vemos a una Argentina que se deteriora día a día social y económicamente. No hay un solo indicador, de esos que usan los países para saber si están bien o están mal, que le dé favorable al país, tampoco se ven proyecciones optimistas salvo en los apuntes de algún político en tiempos de campaña. Mal presente, mal pasado inmediato, pesimista futuro.

Es una gran tristeza, se los digo en serio, porque estamos siendo testigos de la transformación de un país de inmigrantes a uno de emigrantes.

Los que tienen o han tenido las herramientas para frenar o revertir este proceso decadente han hecho nada o lo que han hecho lo han hecho mal. Y ojo, quizás no haya que poner sólo los ojos en las instituciones y poderes del Estado, también hay mirar a los empresarios, sindicatos, gremios, escuelas y universidades, y por supuesto a los medios de comunicación.  Todos han aportado y aportan su cuota de deterioro. 

Al escribir estas reflexiones inevitablemente se me viene a la cabeza la siguiente pregunta: ¿En qué te han convertido Argentina? 

¿A usted no?

 



[i] LIBERTAD:  Es la facultad o capacidad del ser humano de actuar según sus valores, criterio, razón y voluntad.  Se utiliza la palabra Libertad para referirse a la facultad que tienen los ciudadanos de un país para actuar o no según su voluntad y lo establecido por la Ley.

 

 

sábado, 21 de noviembre de 2020

LA FALSA DE LA VACUNA - II PARTE

 

En el mes de Septiembre pasado escribí sobre las falsas expectativas que las autoridades políticas, diría en general, han creado respecto de las vacunas Covid19. De cómo han jugado con el rigor científico para ver quién gana la carrera del primer pinchazo. 

Aquí no se trata de posturas ideológicas, sino del oportunismo natural de todo aquel que ejerce la política, de algo que es inherente a su naturaleza. 

Ahora que ya se ha sabido que las vacunas han ido cumpliendo con los necesarios pasos propios de un proceso serio y riguroso, con efectividades comprobadas y casi con fecha cierta de disponibilidad, aunque nada confirmado aún, viene la etapa siguiente de la especulación:  el proceso de vacunación. 

¿Alguno tiene certeza, porque se lo haya escuchado a alguna autoridad responsable, de cómo sería el proceso de vacunación?  Sí, hemos escuchado decir que primero los grupos de riesgo y el personal esencial de Salud. 

Me refiero a la logística. Es decir, sin importar el tamaño del país o la cantidad de  habitantes, de cómo será el proceso?

Aquel que comienza desde que se reciben las dosis (que aún no sabemos cuántas), se almacenan, que tampoco sabemos dónde y cómo; se trasladan preservando las temperaturas, y otra vez el almacenaje en otros lugares, y el personal necesario y disponible, y la cobertura hasta el último rincón de cada territorio (sin olvidarse de la cadena de frío), etc.

¿Están las heladeras para menos 70 grados, o para menos 20 ó menos 10?  
¿Cuántas se necesitan? 
¿Ya las compraron?
¿Hay en el mercado aparatos suficientes con ls características especiales para vacunas?

Luego, ¿cuál es la capacidad operativa de vacunación de los gobiernos?
¿En cuánto tiempo se vacuna a una persona? ¿Y a diez, y a cien, y a mil, a cien mil, a un millón?

Si alguno le cuenta a alguna autoridad que alguien hizo estas preguntas, ¿encontrará las respuestas?

Por eso hablo de la Falsa de la Vacuna - II Parte.  

Las autoridades insisten en la demagógica idea de que apenas llegue la vacuna todos los problemas originados por la pandemia, y en casos más dramáticos por las cuarentenas, que no es lo mismo, se habrán solucionado.  Falso, porque hoy ninguna de esas autoridades está en condiciones de responder satisfactoriamente ninguna, alguna o todas las interrogantes planteadas. 

Ni Uruguay, el país más chico, ni Brasil, el país más grande deben saber hoy cuándo comenzarían su proceso de vacunación y mucho menos cuándo terminarían. Tampoco deben tener siquiera una estimación, porque la clave es el proceso logístico. 

Y eso que ni siquiera hemos hablado de platas. Porque las vacunas hay que comprarlas, y las heladeras también. Y el proceso logístico hay que financiarlo.  Seguro que plata va a haber, pero tampoco deben saber cuánto van a necesitar.   Díganme entonces si no hablamos con razón de la Falsa (expectativa) de la Vacuna. 

No debe haber problema global que se haya  “demagogizado” tanto. Acá en la región hemos visto demagogia de “medio pelo” porque hay gobernantes “medio pelo”, ignorantes, populistas y/u oportunistas. Y quizás alguno con todos esos atributos juntos. 

Resumiendo.  Hasta que no hayan visto el carrito vacunador frente a la puerta de su casa y hayan sentido el pinchazo, crean muy poco lo que digan por ahí. No se coman el amague, dirían en el fútbol, y por el contrario, siéntanse con todo el derecho a cuestionarlo todo. No olviden que seguramente en este tiempo de pandemia ya les han mentido muchas veces. 

Mientras, sigamos cuidándonos, usando tapaboca, saludándonos con el puño, guardando la distancia social y no haciendo tonteras, porque somos los primeros responsables de nuestra salud y la de nuestras familias. El resto es valor agregado, ¿o no cree usted?

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Bonus track:  También cuestionen lo que digan los medios, pues  hay algunos/muchos que por un titular rimbombante tiran por la ventana la necesaria rigurosidad periodística. Y otros sólo son caja de resonancia. 

domingo, 8 de noviembre de 2020

FACT CHECKING: EL NECESARIO FRENO DE LOS MEDIOS Y REDES

La elección presidencial de los Estados Unidos puso en el tapete un tema polémico, importante, y en mi opinión, muy necesario. Colocó a los medios de comunicación y a las redes sociales en una posición mucho más protagónica aún, un verdadero cuarto poder.

 

Me refiero al fact checking, que no es otra cosa que la comprobación de lo que se dice. O sea, detectar errores y/o noticias falsas y hacérselo saber a la audiencia.   Esto no es nuevo en muchos medios, sin embargo, ahora adquirió relevancia porque, por ejemplo, Donald Trump durante el proceso de recuento de votos comenzó a disparar mensajes por Twitter que, en opinión de esa red social, decía cosas que no eran ciertas o difícil de comprobar. Dicho en otras palabras, distorsionaba la realidad.

 



 

Ojo, Mr. Trump no es el único, pero sí uno de los más importantes cultores de esta práctica que se da en la política, pero también en cualquier otro ámbito de la vida pública. Se dicen cosas no verdaderas o no precisas en las finanzas, en la economía, en la farándula y en las noticias en general por personas de alta figuración pública. 

 

El tema de fondo es. 

¿Está bien que los medios y redes sociales lancen estas alertas a su público? 

¿Dónde está la delgada línea que separa el resguardo de la información de buena calidad con una presunta censura?

¿Quién le otorgó a los medios y redes la potestad de hacer este “control”?

 

El debate viene para largo porque todos opinan, ya sea a favor o en contra.

 

La primera cuestión que habría que analizar es obvia y la siguiente.  ¿Si los medios o redes dijeran algo de uno mismo que no es cierto o es difícil de comprobar estaría bien que se haga sabiendo que el mensaje podría ser perjudicial?

 

Personalmente estoy a favor del fact checking.  Me parece que los medios tienen la obligación de velar porque lo que se dice o se informa sea cierto, o al menos, absolutamente posible de comprobar.  No es aceptable que esos medios sean utilizados como caja de resonancia para decir cosas que llevan implícito algo de dudosa credibilidad.

 

Recuerdo cuando trabajé en el Diario La Tercera -allá por la década del 80 (plena dictadura) que tenía un editor cuya única condición editorial que me puso fue: “Puedes publicar lo que quieras mientras no faltes a la verdad o difames a alguien. No hacemos desmentidos, y si los tenemos que hacer, ya no tendrás trabajo”.   Una obviedad que hoy más que nunca hay que enfatizar porque los medios y redes son tremendamente poderosos.

 

Los personajes públicos, algunos investidos de fueros mal entendidos, se permiten decir cosas que causan daño, o en el más leve de los casos, confusión en una opinión pública que a veces se comporta como un rebaño y se deja llevar por dichos que dan por buenos porque simplemente son dichos por alguien “importante”.

 

No pocos, incluso periodistas, rasgan vestiduras con esto del fact checking que no es otra cosa que asumir con mucha más rigurosidad las tareas de cualquier editor. 

 

En medio de la tensión de conteo de votos Donald Trump dijo: “I won this election, by a lot” (Gané esta elección, por mucho).   La respuesta de los medios fue casi inmediata: “Esto no se puede comprobar”. Una expresión de este tipo era como tirar un fósforo en medio de bidones de combustible. Mr. President no dio una sola muestra que permita afirmar que sus expresiones eran ciertas.  Algunos medios fueron más allá. Simplemente cortaron cuando Trump buscaba convencer que era el ganador.  ¿Fue censura?  En mi opinión no.

 

Los medios no están obligados a publicar todo lo que dicen los personajes públicos. En eso consiste precisamente la edición.

 

En algunos de nuestros países las autoridades se esmeran en afirmar que en Diciembre 2020 estarán vacunando contra el Covid-19. Hoy al momento que escribo y publico esto no hay un solo país sudamericano capaz de afirmar que eso será así.  Correspondería entonces que los medios digan que se trata de una información que no tiene ningún elemento que permita dar certeza de aquello.  No lo han hecho; quizás porque aún andan muy livianos de rigurosidad, o bien con exceso de compromiso con las fuentes oficiales.

 

Sin embargo, parece que el fact checking  llegó para quedarse porque le hace bien a la gente. ¿o no cree usted?

lunes, 26 de octubre de 2020

CONVICCIONES ENDEBLES Y UN POQUITO DEL QUÉ Y NADA DEL CÓMO

Amparados en la excusa de que la culpa de todo es de la pandemia y la cuarentena los responsables de la conducción de la Argentina están llevando al país a una de las crisis más profundas de las que se tenga memoria, y vaya que acá las habido y muchas.

 

Ojo, hay que se justos.  Una crisis que ya era crisis cuando asumió el gobierno de Alberto Fernández porque recibió un país fuertemente deteriorado en lo económico y social, producto de una administración torpe, indolente y soberbia como la que encabezó Mauricio Macri.   Al asumir el nuevo Presidente el país necesitaba urgente un plan.

 

Sin embargo, el elegido de Cristina Kirchner para conducir el país no sólo no lo tenía, sino que hoy diez meses después tampoco lo tiene porque Alberto Fernández ha dicho que él no cree en los planes.  Parece una exageración.   

 

Tener un plan es lo básico, lo mínimo, lo necesario e indispensable para vivir cada día.  Ir al centro de la ciudad necesita de un plan; es decir, saber a qué hora, por dónde y lo más importante, cómo. Simple.

 

Imagínense entonces cómo debe ser conducir un país sin un plan. El Presidente apenas llega al Qué, que es “sacar adelante a la Argentina”, pero no sabe el Cómo. Parece una exageración, pero es, ni más ni menos que la verdad.

 

Entre los tantos problemas por los que viene atravesando hace mucho rato la Argentina está el económico, que es como el punto de partida para mejorar o empeorar todo.  Este país que se ha caracterizado por tener premios Nobel, tremendos artistas, sobresalientes científicos y destacados deportistas, no ha tenido, salvo muy contadas excepciones, buenos ministros de Economía. Los resultados de su historia contemporánea están a la vista.

 

Para peor, el Presidente de la Nación, que ha dado sobradas muestras de no tener liderazgo, mucho menos visión de estadista, puso al frente del Palacio de Hacienda a un muchacho que pasó casi la última década estudiando en Estados Unidos y que recién volvió al país para asumir como ministro.  Tiene 38 años y antes de irse al país del norte terminó en el 2007 una maestría en la Universidad de La Plata.  Es decir, cero calle, cero conocimiento del siempre vapuleado mundo/mundillo de la política, cero oficio para un cargo que lo que más necesita, además de conocimientos teóricos, es mucho oficio y muñeca política.  

 

Lo irónico del caso, es que Guzmán se doctoró en Economía con un trabajo llamado “Entendiendo las causas y efectos de las crisis financieras”.  Perdónenme la reflexión en voz alta. ¿Habrá hecho copiar y pegar?  Porque se ve que en su caso la academia y el mundo real no se llevan bien.  Ah, otro “mérito”, hizo un post doctorado con el Premio Nobel, Joseph Stiglitz.  Tampoco ha servido de mucho.

 

Pero volvamos al conductor y su adversión a los planes. Siempre lo comparo con lo mismo.  ¿Qué hubiese pasado si en el cuartel general de las fuerzas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial alguien dice, “vamos a invadir Normandia”, “de acuerdo”, gritan todos, pero uno más inquieto pregunta, ¿y cómo?, y otro le responde, “bueno, ahí vemos, démosle para adelante y vamos viendo”.  Es lo que hace y dice Alberto Fernández.  

 

Argentina navega en medio de una fuerte tormenta que nadie sabe cuándo terminará y el capitán del barco ha puesto de primer oficial a un muchacho que era excelente alumno en la academia naval.  Esta ha sido la primera vez que se embarca.

 

Lo peor es que cuando todos los que van a bordo preguntan cómo y cuándo salen de la tormenta los dos, casi al unísono les dicen, “ya va a pasar”, pero no, el tormentón viene cada vez peor.  La tripulación ya no les cree, por eso todos duermen con el chaleco salvavidas puestos.

 

Volvamos a tierra firme.  Lo único que merece todo gobernado es creer y confiar en quien conduce los destinos del país.  Por ahí puede estar en mucho o poco de acuerdo, pero cuando hay un líder, se le cree y se le sigue.  Bueno, este no sería el caso.

 

Ojo, que nadie se extrañe.  Alberto Fernández debe llevar unos cuarenta años en la política. Nunca lideró nada.  Siempre fue segundo de alguien; siempre alguien lo favoreció con algún cargo y así se paseó durante años por un amplio espectro ideológico de la política vernácula.  

 

Es dfícil confiar y creerle a alguien que ha hecho de las Convicciones Endebles una de sus características más sobresalientes.  Gracias a la polìtica fue subalterno de Alfonsín, Duhalde, Menem, Cavallo, Néstor Kirchner y Cristina, a quien luego de abandonarla habló de ella peor que un novio despechado. Pero un día volvió a la Casa Rosada porque Cristina lo eligió para que sea su candidato a Presidente mientras ella sería la segunda al mando en el país.  Extraña designación que a él no le vino mal. Por lo menos se aseguró una buena jubilación.

 

Sin embargo es muy triste para un país tener a un Presidente sin convicciones, sin ideas claras y, lo que es peor, sin un plan, ¿o no cree usted?

(Y note el lector que ni siquiera tocamos el tema de la pandemia)

 

domingo, 4 de octubre de 2020

UN CUENTO DE HADAS O LA UTOPÍA DE LA POLÍTICA

 

Para hacerla corta de enfoquemonos sólo en América, desde Canadá hasta el Canal de Beagle.  No hay país donde los gobernantes no hayan resultado una decepción para sus electores y para los otros con mayor razón.

 

Es que cuando son candidatos en general hablan sin saber qué país recibirán, me refiero fundamentalmente al tema económico. También prometen lo que saben que no podrán cumplir y que si no lo hacen quedará cómodo echarle la culpa a la oposición. En general en las campañas hay humo, mucho humo y la gente no militante terminará votando al menos malo, porque los militantes puros y duros se inmolan por sus candidatos.

 

Los políticos de profesión (que forma elegante de llamar aquellos que han hecho de la actividad su forma de vida) en general no han cambiando mucho la forma de hacer campaña; siempre lo mismo con una retórica casí ridícula, pues zurdos y derechos te venden la promesa de “una sociedad más justa, más solidaria, con mayor justicia social” y bla, bla, bla…..  Los “nuevos políticos”, aquellos que reniegan y desprecian a la actividad te venden “una nueva forma de hacer política”, pero al poco tiempo cuando le agarran el gustito terminan mimetizados.  Es probable que por allí haya alguna excepción, tan mínima, que quizás ni siquiera llega a notarse.

 

Estamos en el año 20 del siglo 21 y muchas cosas del “arte de la política” no han cambiado.  Quizás sea hora que cambien, y que la gente común, hoy cada vez más empoderada por las redes, lo pida, lo exija, lo reclame a voz en cuello.   

 

Ocurre que en tantos años de vida republicana en nuestros países muy pocas cosas han cambiado como para revertir la pésima imagen que la gente tiene de la política; por eso no hay que seguir con más de lo mismo. Hay que recuperar la confianza y la credibilidad de las personas, porque mal nos pese, no hay otro sistema mejor de gobierno.

 

1.- Primero y principal.  Todo aquel que aspire a cargos Presidenciales y parlamentarios debiera presentar (por qué no?) y pagar de su peculio, un examen psico-técnico que evidencie que está apto para la tarea.  Esa aptitud se la exijen hoy a cualquier persona hasta para el trabajo más sencillo, por qué no a ellos?  Obviamente habrá que pedirle a expertos que diseñen el perfil para cada tarea.  Sería un requisito más, que tampoco tienen tantos.

 

2.- Resultaría indispensable que cada candidato presidencial diga con quién pretende ejecutar la tarea a la que aspira.  Es decir, que muestre al menos quiénes serán sus ministros, pues eso determina también si uno quiere o no darle la preferencia.   Hay demasiados casos en que si los electores se hubiesen enterado a tiempo, quizás algunos resultados hubiesen cambiado, o al menos los candidatos se hubiesen cuidado en la selección de colaboradores.*

 

3.- No más candidatos a dedo a puestos por las cúpulas.  Los candidatos tienen que ser locales y ser genuinos representantes de los lugares que aspiran a representar. No son pocos los casos en que los partidos ponen candidatos fuertes (mediáticos) en lugares donde son débiles y con eso entusiasman a la gente.  O al revés, candidatos débiles en lugares fuertes donde con el caudal cautivo de votos saldría elegido hasta el Pato Donald.    

 

Si los partidos funcionaran de verdad ninguna cúpula podría decidir candidaturas, y por el contrario debiera aceptar, o al menos negociar con las bases debidamente organizadas las representaciones territoriales, pero claro, who cares?

 

4.-  Hay que terminar con una de las mayores distorsiones de la representación popular: las listas sábanas.  El chorreo de votos que termina eligiendo a cualquier desconocido, o allegado, u oportunista ha demostrado que sólo sirve para nivelar hacia abajo. 

 

5.-  Ni hablar de las cuentas con la Justicia.  Es hasta ridículo decirlo, pero nadie que esté siquiera procesado debiera pretender aspirar a un cargo de representación popular.  Sí, leyó bien, ni siquiera procesado.

 

Si sólo se comenzara con estas pocas modificaciones, seguro que algo comenzaría a cambiar en la política que tanto decepciona.  Hoy amanecí con ganas de escribir sobre ficción.  Podría haber sido un cuento de hadas o sobre la Utopía de la Política.  Opté por esto último porque la esperanza es lo último que debemos perder, ¿o no cree usted?

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*: No vengan con la excusa de las negociaciones hasta último momento.  Negocien antes. El tema es demasiado delicado e importante para improvisaciones.

VIOLENCIA MACHISTA. AY QUÉ TEMA, ¿NO?

“L a acumulación de crímenes por violencia machista ha originado entre los lectores diversos debates sobre cómo deben contarse estos abomina...