lunes, 28 de junio de 2021

VIOLENCIA MACHISTA. AY QUÉ TEMA, ¿NO?


“La acumulación de crímenes por violencia machista ha originado entre los lectores diversos debates sobre cómo deben contarse estos abominables hechos”.  Así comienza su columna en El País de España el periodista Carlos Yarnóz, quien ocupa el puesto de Defensor del Lector en ese diario. La escribió el 20 de Junio del 2021, o sea, recién.

 

Como bien dice en su articulo, este es un tema de Estado, pero así y todo aún no hay consenso en el periodismo en cómo tratar a víctimas y victimarios. Es que esta es otra de las deudas del periodismo en particular y de la sociedad en general. Pero hablemos del periodismo.

 

Una de las primeras cosas que enseñan cuando abrazas la profesión es que las noticias siempre deben ser contadas desde la perspectiva de las víctimas.  Eso que es  algo que debe quedar grabado a fuego muchas veces parece ser olvidado, o expresamente relegado a cambio de una “noticia rimbombante”, o de escarbar más allá de lo prudente, de lo correcto, de lo necesario.

 

Salgámonos del tema un rato. La prensa latina se queja por estos días por la escasez de información oficial de parte de las autoridades tras el derrumbe del edificio en Surfside, Miami.  Las fuentes oficiales son celosas y respetuosas del manejo de la situación porque en ella hay personas, dramas humanos, tragedias familiares, todo aquello que en nuestras latitudes sería material “de primera” para ediciones especiales y para que periodistas y “opinólogos” se conviertan en “expertos” en derrumbes, en sabuesos policiales, en eruditos de la construcción y la arquitectura, y por supuesto, en prolíficos elucubradores de teorías conspirativas.  No va por ahí la cosa.  La rigurosidad informativa ha llegado a transformarse en un bien escaso.

 

Pero volvamos al tema principal.  Yarnóz cuenta en el artículo que su diario impuso en su Manual de Estilo, a partir de Febrero pasado, una rigurosa postura frente a la violencia machista, porque el diario llamará así, sin titubeo alguno lo que en otras partes, o quizás en todas partes, siguen llamando violencia de género.

 

Quiero citar textual el artículo. “El Libro de Estilo dice que El País debe extremar el cuidado para no causar un daño añadido a las víctimas al publicar, por ejemplo, innecesarios datos de su vida privada. El sujeto de estas informaciones es el verdugo, no su víctima, y queda prohibido el concepto de crimen pasional”.  Clarísimo.  Una obviedad dirá algunos; pero una obviedad que en la lucha por un punto de rating o un like más queda relegada inevitablemente a un segundo o tercer plano.

 

Y pongan atención lo que agrega: “Las opiniones de vecinos no deben recogerse -salvo excepciones- porque desconocen la relación real de los protagonistas”.  ¿Se imaginan cómo sería el periodismo de nuestras latitudes sin la opinión de los vecinos o del curioso que se paró en la esquina? Coincidiremos que muchas veces que esta parte llena más espacio que la misma noticia.

 

La falta de rigurosidad periodística para informar un hecho es demasiado evidente. El reemplazo de especulaciones en vez de datos también.  En el caso de la violencia machista no hay siquiera lugar para titubeos o elucubraciones. No lo puede haber.  Falta empatía.

 

Los medios tienen la gran posibilidad de darle visibilidad y relevancia a los hechos, y en el caso de la violencia machista sensibilizar y al mismo tiempo avergonzar a aquellos que teniendo las herramientas para frenarla no lo hacen: jueces, fiscales, legisladores, policías, etc.

 

Todo lo que se diga sobre la violencia machista será insuficiente mientras esta  exhiba cifras tan dramáticas como las publicadas por la ONG Ayuda en Acción (www.ayudaenaccion.org):

Las cifras del feminicidio en América Latina

Si nos centramos en las cifras de 2020, estas son las cifras de las mujeres asesinadas en cada uno de los países donde trabajamos en el continente americano:

  • Bolivia: en un país donde en 2015 el 10% de las víctimas mortales de la violencia de género eran menores de 18 años, 83 mujeres fueron asesinadas entre enero y agosto de 2020. Durante la cuarentena hubo 53 casos.
  • Colombia: según el Observatorio de Feminicidios en Colombia, 445 mujeres fueron asesinadas hasta septiembre. Durante la cuarentena, se alcanzó la cifra de 243 feminicidios.
  • Costa Rica: de enero a septiembre de 2020 se han registrado 10 feminicidios íntimos en el país.
  • Ecuador: existe un informe elaborado por varias organizaciones dentro de la plataforma Alianza Mapeo donde identifican 748 mujeres asesinadas desde 2014 hasta marzo de 2020. Desde el 1 de enero al 2 de marzo de 2020 se contabilizaron 17 feminicidios.
  • El Salvador: el Observatorio de Violencia de Ormusa registra 71 feminicidios hasta el 13 de agosto de 2020. La cifra ha sufrido una bajada considerable con respecto a las del año anterior.
  • Guatemala: según cifras conocidas en octubre de 2020, el Observatorio de la Mujer, del Ministerio Público, reconocía 319 feminicidios.
  • Honduras: hasta el 30 de septiembre se registraron 195 feminicidios en el país. Desde el establecimiento del toque de queda por la COVID-19 se han registrado 126 muertes violentas de mujeres.
  • México: en 2020 el Observatorio de Feminicidios de México ha reportad0 724 feminicidios hasta el mes de septiembre.
  • Nicaragua: en los primeros 8 meses de 2020 el Observatorio Católicas por el Derecho a Decidir registró 50 feminicidios.
  • Paraguay: hasta agosto se registraron 20 feminicidios en el país sudamericano.
  • Perú: la Defensoría del Pueblo reconoce hasta octubre 100 casos de feminicidios reconocidos oficialmente y otras 45 muertes violentas de mujeres que están en estudio.
  • Venezuela172 mujeres fueron asesinadas por violencia de género en los primeros ocho meses del año.

Que a nadie le tiemblen los dedos en el teclado cuando la próxima noticia que escriban sobre el tema pongan directamente que se trató de violencia machista y no violencia de género.  Quizás muchas cosas seguirán sin cambiar, pero algo se habrá avanzado. ¿O no cree usted?

sábado, 12 de junio de 2021

QUE SE ESCUCHE FUERTE, EL VOTO NO LE PERTENECE A LOS ELEGIDOS

Han pasado varios meses desde la última columna. La pandemia y la necesidad de redoblar esfuerzos en el trabajo que nos da de comer nos ha hecho postergar un rato el teclado; sin embargo, no es fácil vivir sin escribir.  Y en este tiempo, como alguien dijo por ahí, “han pasado cosas”. Muchas.

 

Me quiero detener en una sobre la cual todos los países de la región, tan erráticos políticamente hablando, debieran centrar su mirada: El Proceso Constituyente de Chile.

 

Después de 40 años y mucho hastío ciudadano por cuestiones insatisfechas, la voluntad popular logró que Chile tenga una Asamblea Constituyente de 155 miembros donde están representados los de la derecha, los de la izquierda, los del centro, los que no son ni de aquí ni de allá, y, ojo que esto es muy importante, los pueblos originarios.  Sin dudas será el país que tendrá una Constitución muy distinta.  Y está bien que así sea no sólo, como dice la frase clisé, “porque Chile cambió”, sino porque el mundo ha cambiado.

 

El novel Siglo XXI, no cabe dudas, ha tenido cambios más profundos que todos los que tuvo la centuria anterior, y eso obliga a revisar todo.  Por eso digo que los países de la región deberán mirar con atención lo que va a ocurrir en esa larga y angosta franja de tierra.

 

Primero y principal, una obviedad. Los constituyentes no son los dueños de la verdad ni de su propia decisión, sino simplemente mandatarios de la voluntad popular, tal como ocurre con todos aquellos que ostentan cargos de representación popular.  Su tarea es simplemente llevar la voz, la opinión y los intereses de sus representados.  Claro, ya lo sé, eso no ocurre; es sólo teoría.  ¿Pero, hasta cuándo seguirá siendo teoría?

 

En la Asamblea Constituyente de Chile hay posiciones muy contrapuestas, como ocurre con la política en general, lo cual obligará a tener que negociar, ceder, entender, escuchar y acordar entre intereses ideológicos, económicos, valóricos e históricos, entre otros.  Así es en la vida y en el mundo real.

 

Sin embargo, cuando el candidato es elegido se produce casi de inmediato -y quizás con muy raras excepciones- una transformación inexplicable; ese candidato pasa a auto-percibirse gurú.  Dueño de verdades propias, o de la tienda que lo alberga cuando tiene tienda.  Les viene una amnesia tremenda de la campaña reciente y pasan a enarbolar discursos y posturas que poco o nada tienen que ver con lo prometido, o más bien dicho, con la confianza y el mandato cedido temporalmente.

 

Por eso no deja de llamar la atención cuando se escucha decir que “van a votar en conciencia”.  Un político, un constituyente, jamás puede votar en conciencia, pues esa aseveración está generalmente alejada del interés colectivo que se ha comprometido a representar y llevar hasta la instancia donde se toman las decisiones. 

 

El ejercicio democrático exige que aquel mandatario de la voluntad popular vaya y venga las veces que sean necesarias para tomarle el pulso y la opinión a los intereses de sus representados, y luego con la habilidad que se supone y se espera que debe tener plasmar aquello en una propuesta para tirar arriba de la mesa y negociar, ceder, entender, escuchar y acordar sin perder de vista el mandato.  Famosa es la frase de aquel ex presidente argentino que dijo “si yo decía lo que iba a hacer no me votaba nadie”.  Bueno, de eso hay bastante.

 

La nueva Constitución de Chile, matices más, matices menos, será quizás una tendencia a seguir por otros países, pues es necesario poner en contexto y con visión de futuro todo aquello que seguramente no está escrito en ninguna constitución que tenga más de 21 años.  Este siglo XXI y las nuevas generaciones nos vienen dando lecciones que muchas veces hemos tenido que aprender de manera muy dura.  Quizás recién ahora, en esta contemporaneidad estemos asistiendo al Fin de la Historia de la cual nos habló Francis Fukuyama a fines de los 90.  Hoy pensamos distinto, hay valores fortalecidos y otros algo devaluados, en fin, ya nada será igual.

 

Por eso, hoy más que nunca es necesario gritar, y que se escuche fuerte, el voto no le pertenece a los elegidos, ¿o no cree usted?

 

 

VIOLENCIA MACHISTA. AY QUÉ TEMA, ¿NO?

“L a acumulación de crímenes por violencia machista ha originado entre los lectores diversos debates sobre cómo deben contarse estos abomina...