domingo, 29 de noviembre de 2020

¿ARGENTINA, EN QUÉ TE HAN CONVERTIDO?

 El velorio de Diego Armando Maradona fue una muestra más del deterioro social y cultural de la Argentina.   Esta vez el ídolo del fútbol mundial, el barrilete cósmico que, parafraseando al relator Víctor Hugo Morales, se fue sin decirnos de qué planeta vino para dejar en el camino a tanto inglés, nada tuvo que ver.

En esto del deterioro social y cultural no creo que haya excepciones, aunque sí intensidades distintas en una sociedad donde lo correcto importa poco y el respeto parece ser una cosa de “boludos”.  Da mucha tristeza, porque vivimos aquí, porque vemos su deterioro constante, y porque el granito de arena que podamos aportar no alcanza pues se lo lleva el vendaval de la irreverencia sin límites.

¿Qué nos sorprende?  La respuesta debiera ser nada, porque nos hemos acostumbrado a vivir viendo todos los días cosas que en cualquier otro país del mundo serían reprochables; acá se han naturalizado.

El deterioro social, cultural y ético de esta sociedad chorrea de arriba hacia abajo.  Somos testigos diarios de malos ejemplos de parte de quienes debieran dar buenos, los mejores ejemplos. ¿Qué otra cosa se puede esperar?

Un lector veloz asociará esto a un gobierno de turno. No se confundan.  El deterioro tiene raíces y evoluciones mucho más profundas y eso es un gran problema.  Que cada administración haya aportado su cuota no cabe ninguna duda, pero el cuándo comenzó sin dudas es un tema para largo y desacalorado debate.

Cuando digo que el deterioro chorrea de arriba hacia abajo tiene que ver con una cuestión absolutamente normal, pues es regla de la vida.  Los buenos ejemplos los dan los que están arriba, sean padres, profesores, jefes, y especialmente gobernantes.  Es la base del liderazgo pues un líder no es aquel que tiene autoridad, sino aquel que crea seguidores dispuestos; un líder es un modelo a seguir; es alguien que modela conductas, comportamientos, formas de ser.  Genera lo que llamo “relaciones espejo”.  Ser como aquel que da buenos ejemplos obliga inevitablemente a parecerse; es la suma de positivos.

Argentina ha carecido y carece de buenos modelos; me refiero a personas con una capacidad, “intachabilidad” -si se me permite el término- y una fuerza moral capaz de moldear buenas conductas.  Para que se entienda esto, nos referimos en el ámbito de las autoridades, porque ellas además tienen la herramienta legal para enderezar conductas torcidas.

Queda la sensación de que hay una errada interpretación del concepto Libertad[i], donde la propia se termina justo allí donde comienza la del otro. Simple.

Queda la sensación de que la Ley, en general, tiene interpretaciones que más tienen que ver con las ideologías que con lo jurídico.  Por favor, no piensen en el ahora, piensen en el siempre.

Queda la sensación de que el respeto siempre es importante si el que se vulnera es el propio.

Queda la sensación de que la única forma de derrotar al otro es mediante la descalificación, y si es peyorativa, mejor.

En estricto rigor no son sensaciones, es la realidad.

Decía al comienzo que parece que el respeto parece ser cosa de “boludos”, y en realidad no es así.  “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.  Ninguno nos salvamos porque todos “pecamos”, mucho o poco, todos los días o a veces, pero lo hacemos.  Lo hacemos cuando no respetamos al que va dentro de la rotonda; cuando nos metemos “de prepo” en la fila; cuando queremos ganarnos unos pesos “en negro”, pagar menos impuestos, “coimear” al policía, y si no insultarlo; cuando estacionamos en el paso de minusválidos, etc. Ejemplos sobran.

A veces, a modo de estúpida justificación digo que es la forma de sobrevivir en la Ley de la Selva, pero no es así.

Hace unos días un empresario argentino que está invirtiendo en Uruguay comentaba sobre la posición de ese país en Latinoamérica:  Número 1 en el Índice de Democracia; No. 1 en la Baja Percepción de Corrupción; No. 1 en el Índice de Libertades Civiles; No. 1 en el Estado de Derecho; No. 1 en Movilidad Social. Uruguay lleva 16 años seguidos de crecimiento continuo con un 4,5% promedio”.

Mencionó sin proponérselo las principales carencias de la Argentina actual. Y eso duele, incluso aunque no hayas nacido en esta tierra por cuanto no siempre fue así, todo lo contrario.  Argentina fue, y por mucho tiempo, un destino aspiracional, una tierra de oportunidades para el que llegaba con ganas de trabajar y salir adelante.  Dan prueba de ello los cientos de miles inmigrantes italianos, españoles, polacos, judíos, armenios, árabes, ingleses, etc. que aportaron trabajo, que la convirtieron en su segunda patria y contribuyeron a hacerla grande.

Sin embargo, y para no ir tan atrás en la historia, coincidiremos que en lo que lleva recorrido este Siglo XXI vemos a una Argentina que se deteriora día a día social y económicamente. No hay un solo indicador, de esos que usan los países para saber si están bien o están mal, que le dé favorable al país, tampoco se ven proyecciones optimistas salvo en los apuntes de algún político en tiempos de campaña. Mal presente, mal pasado inmediato, pesimista futuro.

Es una gran tristeza, se los digo en serio, porque estamos siendo testigos de la transformación de un país de inmigrantes a uno de emigrantes.

Los que tienen o han tenido las herramientas para frenar o revertir este proceso decadente han hecho nada o lo que han hecho lo han hecho mal. Y ojo, quizás no haya que poner sólo los ojos en las instituciones y poderes del Estado, también hay mirar a los empresarios, sindicatos, gremios, escuelas y universidades, y por supuesto a los medios de comunicación.  Todos han aportado y aportan su cuota de deterioro. 

Al escribir estas reflexiones inevitablemente se me viene a la cabeza la siguiente pregunta: ¿En qué te han convertido Argentina? 

¿A usted no?

 



[i] LIBERTAD:  Es la facultad o capacidad del ser humano de actuar según sus valores, criterio, razón y voluntad.  Se utiliza la palabra Libertad para referirse a la facultad que tienen los ciudadanos de un país para actuar o no según su voluntad y lo establecido por la Ley.

 

 

sábado, 21 de noviembre de 2020

LA FALSA DE LA VACUNA - II PARTE

 

En el mes de Septiembre pasado escribí sobre las falsas expectativas que las autoridades políticas, diría en general, han creado respecto de las vacunas Covid19. De cómo han jugado con el rigor científico para ver quién gana la carrera del primer pinchazo. 

Aquí no se trata de posturas ideológicas, sino del oportunismo natural de todo aquel que ejerce la política, de algo que es inherente a su naturaleza. 

Ahora que ya se ha sabido que las vacunas han ido cumpliendo con los necesarios pasos propios de un proceso serio y riguroso, con efectividades comprobadas y casi con fecha cierta de disponibilidad, aunque nada confirmado aún, viene la etapa siguiente de la especulación:  el proceso de vacunación. 

¿Alguno tiene certeza, porque se lo haya escuchado a alguna autoridad responsable, de cómo sería el proceso de vacunación?  Sí, hemos escuchado decir que primero los grupos de riesgo y el personal esencial de Salud. 

Me refiero a la logística. Es decir, sin importar el tamaño del país o la cantidad de  habitantes, de cómo será el proceso?

Aquel que comienza desde que se reciben las dosis (que aún no sabemos cuántas), se almacenan, que tampoco sabemos dónde y cómo; se trasladan preservando las temperaturas, y otra vez el almacenaje en otros lugares, y el personal necesario y disponible, y la cobertura hasta el último rincón de cada territorio (sin olvidarse de la cadena de frío), etc.

¿Están las heladeras para menos 70 grados, o para menos 20 ó menos 10?  
¿Cuántas se necesitan? 
¿Ya las compraron?
¿Hay en el mercado aparatos suficientes con ls características especiales para vacunas?

Luego, ¿cuál es la capacidad operativa de vacunación de los gobiernos?
¿En cuánto tiempo se vacuna a una persona? ¿Y a diez, y a cien, y a mil, a cien mil, a un millón?

Si alguno le cuenta a alguna autoridad que alguien hizo estas preguntas, ¿encontrará las respuestas?

Por eso hablo de la Falsa de la Vacuna - II Parte.  

Las autoridades insisten en la demagógica idea de que apenas llegue la vacuna todos los problemas originados por la pandemia, y en casos más dramáticos por las cuarentenas, que no es lo mismo, se habrán solucionado.  Falso, porque hoy ninguna de esas autoridades está en condiciones de responder satisfactoriamente ninguna, alguna o todas las interrogantes planteadas. 

Ni Uruguay, el país más chico, ni Brasil, el país más grande deben saber hoy cuándo comenzarían su proceso de vacunación y mucho menos cuándo terminarían. Tampoco deben tener siquiera una estimación, porque la clave es el proceso logístico. 

Y eso que ni siquiera hemos hablado de platas. Porque las vacunas hay que comprarlas, y las heladeras también. Y el proceso logístico hay que financiarlo.  Seguro que plata va a haber, pero tampoco deben saber cuánto van a necesitar.   Díganme entonces si no hablamos con razón de la Falsa (expectativa) de la Vacuna. 

No debe haber problema global que se haya  “demagogizado” tanto. Acá en la región hemos visto demagogia de “medio pelo” porque hay gobernantes “medio pelo”, ignorantes, populistas y/u oportunistas. Y quizás alguno con todos esos atributos juntos. 

Resumiendo.  Hasta que no hayan visto el carrito vacunador frente a la puerta de su casa y hayan sentido el pinchazo, crean muy poco lo que digan por ahí. No se coman el amague, dirían en el fútbol, y por el contrario, siéntanse con todo el derecho a cuestionarlo todo. No olviden que seguramente en este tiempo de pandemia ya les han mentido muchas veces. 

Mientras, sigamos cuidándonos, usando tapaboca, saludándonos con el puño, guardando la distancia social y no haciendo tonteras, porque somos los primeros responsables de nuestra salud y la de nuestras familias. El resto es valor agregado, ¿o no cree usted?

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Bonus track:  También cuestionen lo que digan los medios, pues  hay algunos/muchos que por un titular rimbombante tiran por la ventana la necesaria rigurosidad periodística. Y otros sólo son caja de resonancia. 

domingo, 8 de noviembre de 2020

FACT CHECKING: EL NECESARIO FRENO DE LOS MEDIOS Y REDES

La elección presidencial de los Estados Unidos puso en el tapete un tema polémico, importante, y en mi opinión, muy necesario. Colocó a los medios de comunicación y a las redes sociales en una posición mucho más protagónica aún, un verdadero cuarto poder.

 

Me refiero al fact checking, que no es otra cosa que la comprobación de lo que se dice. O sea, detectar errores y/o noticias falsas y hacérselo saber a la audiencia.   Esto no es nuevo en muchos medios, sin embargo, ahora adquirió relevancia porque, por ejemplo, Donald Trump durante el proceso de recuento de votos comenzó a disparar mensajes por Twitter que, en opinión de esa red social, decía cosas que no eran ciertas o difícil de comprobar. Dicho en otras palabras, distorsionaba la realidad.

 



 

Ojo, Mr. Trump no es el único, pero sí uno de los más importantes cultores de esta práctica que se da en la política, pero también en cualquier otro ámbito de la vida pública. Se dicen cosas no verdaderas o no precisas en las finanzas, en la economía, en la farándula y en las noticias en general por personas de alta figuración pública. 

 

El tema de fondo es. 

¿Está bien que los medios y redes sociales lancen estas alertas a su público? 

¿Dónde está la delgada línea que separa el resguardo de la información de buena calidad con una presunta censura?

¿Quién le otorgó a los medios y redes la potestad de hacer este “control”?

 

El debate viene para largo porque todos opinan, ya sea a favor o en contra.

 

La primera cuestión que habría que analizar es obvia y la siguiente.  ¿Si los medios o redes dijeran algo de uno mismo que no es cierto o es difícil de comprobar estaría bien que se haga sabiendo que el mensaje podría ser perjudicial?

 

Personalmente estoy a favor del fact checking.  Me parece que los medios tienen la obligación de velar porque lo que se dice o se informa sea cierto, o al menos, absolutamente posible de comprobar.  No es aceptable que esos medios sean utilizados como caja de resonancia para decir cosas que llevan implícito algo de dudosa credibilidad.

 

Recuerdo cuando trabajé en el Diario La Tercera -allá por la década del 80 (plena dictadura) que tenía un editor cuya única condición editorial que me puso fue: “Puedes publicar lo que quieras mientras no faltes a la verdad o difames a alguien. No hacemos desmentidos, y si los tenemos que hacer, ya no tendrás trabajo”.   Una obviedad que hoy más que nunca hay que enfatizar porque los medios y redes son tremendamente poderosos.

 

Los personajes públicos, algunos investidos de fueros mal entendidos, se permiten decir cosas que causan daño, o en el más leve de los casos, confusión en una opinión pública que a veces se comporta como un rebaño y se deja llevar por dichos que dan por buenos porque simplemente son dichos por alguien “importante”.

 

No pocos, incluso periodistas, rasgan vestiduras con esto del fact checking que no es otra cosa que asumir con mucha más rigurosidad las tareas de cualquier editor. 

 

En medio de la tensión de conteo de votos Donald Trump dijo: “I won this election, by a lot” (Gané esta elección, por mucho).   La respuesta de los medios fue casi inmediata: “Esto no se puede comprobar”. Una expresión de este tipo era como tirar un fósforo en medio de bidones de combustible. Mr. President no dio una sola muestra que permita afirmar que sus expresiones eran ciertas.  Algunos medios fueron más allá. Simplemente cortaron cuando Trump buscaba convencer que era el ganador.  ¿Fue censura?  En mi opinión no.

 

Los medios no están obligados a publicar todo lo que dicen los personajes públicos. En eso consiste precisamente la edición.

 

En algunos de nuestros países las autoridades se esmeran en afirmar que en Diciembre 2020 estarán vacunando contra el Covid-19. Hoy al momento que escribo y publico esto no hay un solo país sudamericano capaz de afirmar que eso será así.  Correspondería entonces que los medios digan que se trata de una información que no tiene ningún elemento que permita dar certeza de aquello.  No lo han hecho; quizás porque aún andan muy livianos de rigurosidad, o bien con exceso de compromiso con las fuentes oficiales.

 

Sin embargo, parece que el fact checking  llegó para quedarse porque le hace bien a la gente. ¿o no cree usted?

lunes, 26 de octubre de 2020

CONVICCIONES ENDEBLES Y UN POQUITO DEL QUÉ Y NADA DEL CÓMO

Amparados en la excusa de que la culpa de todo es de la pandemia y la cuarentena los responsables de la conducción de la Argentina están llevando al país a una de las crisis más profundas de las que se tenga memoria, y vaya que acá las habido y muchas.

 

Ojo, hay que se justos.  Una crisis que ya era crisis cuando asumió el gobierno de Alberto Fernández porque recibió un país fuertemente deteriorado en lo económico y social, producto de una administración torpe, indolente y soberbia como la que encabezó Mauricio Macri.   Al asumir el nuevo Presidente el país necesitaba urgente un plan.

 

Sin embargo, el elegido de Cristina Kirchner para conducir el país no sólo no lo tenía, sino que hoy diez meses después tampoco lo tiene porque Alberto Fernández ha dicho que él no cree en los planes.  Parece una exageración.   

 

Tener un plan es lo básico, lo mínimo, lo necesario e indispensable para vivir cada día.  Ir al centro de la ciudad necesita de un plan; es decir, saber a qué hora, por dónde y lo más importante, cómo. Simple.

 

Imagínense entonces cómo debe ser conducir un país sin un plan. El Presidente apenas llega al Qué, que es “sacar adelante a la Argentina”, pero no sabe el Cómo. Parece una exageración, pero es, ni más ni menos que la verdad.

 

Entre los tantos problemas por los que viene atravesando hace mucho rato la Argentina está el económico, que es como el punto de partida para mejorar o empeorar todo.  Este país que se ha caracterizado por tener premios Nobel, tremendos artistas, sobresalientes científicos y destacados deportistas, no ha tenido, salvo muy contadas excepciones, buenos ministros de Economía. Los resultados de su historia contemporánea están a la vista.

 

Para peor, el Presidente de la Nación, que ha dado sobradas muestras de no tener liderazgo, mucho menos visión de estadista, puso al frente del Palacio de Hacienda a un muchacho que pasó casi la última década estudiando en Estados Unidos y que recién volvió al país para asumir como ministro.  Tiene 38 años y antes de irse al país del norte terminó en el 2007 una maestría en la Universidad de La Plata.  Es decir, cero calle, cero conocimiento del siempre vapuleado mundo/mundillo de la política, cero oficio para un cargo que lo que más necesita, además de conocimientos teóricos, es mucho oficio y muñeca política.  

 

Lo irónico del caso, es que Guzmán se doctoró en Economía con un trabajo llamado “Entendiendo las causas y efectos de las crisis financieras”.  Perdónenme la reflexión en voz alta. ¿Habrá hecho copiar y pegar?  Porque se ve que en su caso la academia y el mundo real no se llevan bien.  Ah, otro “mérito”, hizo un post doctorado con el Premio Nobel, Joseph Stiglitz.  Tampoco ha servido de mucho.

 

Pero volvamos al conductor y su adversión a los planes. Siempre lo comparo con lo mismo.  ¿Qué hubiese pasado si en el cuartel general de las fuerzas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial alguien dice, “vamos a invadir Normandia”, “de acuerdo”, gritan todos, pero uno más inquieto pregunta, ¿y cómo?, y otro le responde, “bueno, ahí vemos, démosle para adelante y vamos viendo”.  Es lo que hace y dice Alberto Fernández.  

 

Argentina navega en medio de una fuerte tormenta que nadie sabe cuándo terminará y el capitán del barco ha puesto de primer oficial a un muchacho que era excelente alumno en la academia naval.  Esta ha sido la primera vez que se embarca.

 

Lo peor es que cuando todos los que van a bordo preguntan cómo y cuándo salen de la tormenta los dos, casi al unísono les dicen, “ya va a pasar”, pero no, el tormentón viene cada vez peor.  La tripulación ya no les cree, por eso todos duermen con el chaleco salvavidas puestos.

 

Volvamos a tierra firme.  Lo único que merece todo gobernado es creer y confiar en quien conduce los destinos del país.  Por ahí puede estar en mucho o poco de acuerdo, pero cuando hay un líder, se le cree y se le sigue.  Bueno, este no sería el caso.

 

Ojo, que nadie se extrañe.  Alberto Fernández debe llevar unos cuarenta años en la política. Nunca lideró nada.  Siempre fue segundo de alguien; siempre alguien lo favoreció con algún cargo y así se paseó durante años por un amplio espectro ideológico de la política vernácula.  

 

Es dfícil confiar y creerle a alguien que ha hecho de las Convicciones Endebles una de sus características más sobresalientes.  Gracias a la polìtica fue subalterno de Alfonsín, Duhalde, Menem, Cavallo, Néstor Kirchner y Cristina, a quien luego de abandonarla habló de ella peor que un novio despechado. Pero un día volvió a la Casa Rosada porque Cristina lo eligió para que sea su candidato a Presidente mientras ella sería la segunda al mando en el país.  Extraña designación que a él no le vino mal. Por lo menos se aseguró una buena jubilación.

 

Sin embargo es muy triste para un país tener a un Presidente sin convicciones, sin ideas claras y, lo que es peor, sin un plan, ¿o no cree usted?

(Y note el lector que ni siquiera tocamos el tema de la pandemia)

 

domingo, 4 de octubre de 2020

UN CUENTO DE HADAS O LA UTOPÍA DE LA POLÍTICA

 

Para hacerla corta de enfoquemonos sólo en América, desde Canadá hasta el Canal de Beagle.  No hay país donde los gobernantes no hayan resultado una decepción para sus electores y para los otros con mayor razón.

 

Es que cuando son candidatos en general hablan sin saber qué país recibirán, me refiero fundamentalmente al tema económico. También prometen lo que saben que no podrán cumplir y que si no lo hacen quedará cómodo echarle la culpa a la oposición. En general en las campañas hay humo, mucho humo y la gente no militante terminará votando al menos malo, porque los militantes puros y duros se inmolan por sus candidatos.

 

Los políticos de profesión (que forma elegante de llamar aquellos que han hecho de la actividad su forma de vida) en general no han cambiando mucho la forma de hacer campaña; siempre lo mismo con una retórica casí ridícula, pues zurdos y derechos te venden la promesa de “una sociedad más justa, más solidaria, con mayor justicia social” y bla, bla, bla…..  Los “nuevos políticos”, aquellos que reniegan y desprecian a la actividad te venden “una nueva forma de hacer política”, pero al poco tiempo cuando le agarran el gustito terminan mimetizados.  Es probable que por allí haya alguna excepción, tan mínima, que quizás ni siquiera llega a notarse.

 

Estamos en el año 20 del siglo 21 y muchas cosas del “arte de la política” no han cambiado.  Quizás sea hora que cambien, y que la gente común, hoy cada vez más empoderada por las redes, lo pida, lo exija, lo reclame a voz en cuello.   

 

Ocurre que en tantos años de vida republicana en nuestros países muy pocas cosas han cambiado como para revertir la pésima imagen que la gente tiene de la política; por eso no hay que seguir con más de lo mismo. Hay que recuperar la confianza y la credibilidad de las personas, porque mal nos pese, no hay otro sistema mejor de gobierno.

 

1.- Primero y principal.  Todo aquel que aspire a cargos Presidenciales y parlamentarios debiera presentar (por qué no?) y pagar de su peculio, un examen psico-técnico que evidencie que está apto para la tarea.  Esa aptitud se la exijen hoy a cualquier persona hasta para el trabajo más sencillo, por qué no a ellos?  Obviamente habrá que pedirle a expertos que diseñen el perfil para cada tarea.  Sería un requisito más, que tampoco tienen tantos.

 

2.- Resultaría indispensable que cada candidato presidencial diga con quién pretende ejecutar la tarea a la que aspira.  Es decir, que muestre al menos quiénes serán sus ministros, pues eso determina también si uno quiere o no darle la preferencia.   Hay demasiados casos en que si los electores se hubiesen enterado a tiempo, quizás algunos resultados hubiesen cambiado, o al menos los candidatos se hubiesen cuidado en la selección de colaboradores.*

 

3.- No más candidatos a dedo a puestos por las cúpulas.  Los candidatos tienen que ser locales y ser genuinos representantes de los lugares que aspiran a representar. No son pocos los casos en que los partidos ponen candidatos fuertes (mediáticos) en lugares donde son débiles y con eso entusiasman a la gente.  O al revés, candidatos débiles en lugares fuertes donde con el caudal cautivo de votos saldría elegido hasta el Pato Donald.    

 

Si los partidos funcionaran de verdad ninguna cúpula podría decidir candidaturas, y por el contrario debiera aceptar, o al menos negociar con las bases debidamente organizadas las representaciones territoriales, pero claro, who cares?

 

4.-  Hay que terminar con una de las mayores distorsiones de la representación popular: las listas sábanas.  El chorreo de votos que termina eligiendo a cualquier desconocido, o allegado, u oportunista ha demostrado que sólo sirve para nivelar hacia abajo. 

 

5.-  Ni hablar de las cuentas con la Justicia.  Es hasta ridículo decirlo, pero nadie que esté siquiera procesado debiera pretender aspirar a un cargo de representación popular.  Sí, leyó bien, ni siquiera procesado.

 

Si sólo se comenzara con estas pocas modificaciones, seguro que algo comenzaría a cambiar en la política que tanto decepciona.  Hoy amanecí con ganas de escribir sobre ficción.  Podría haber sido un cuento de hadas o sobre la Utopía de la Política.  Opté por esto último porque la esperanza es lo último que debemos perder, ¿o no cree usted?

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*: No vengan con la excusa de las negociaciones hasta último momento.  Negocien antes. El tema es demasiado delicado e importante para improvisaciones.

jueves, 17 de septiembre de 2020

HASTA QUE EL REBAÑO SE REBELE

La política nace como una actividad noble. Resumidamente podríamos decir que cuando Platón (429 – 347 a.C.),  autor de La República, pensó en ella al redactar su obra lo hizo en el contexto de una profunda crisis por la derrota que habían sufrido los atenienses a manos de los espartanos. Se propuso entonces la creación de un Estado ideal, con la mejor forma de gobierno posible a cargo de una élite dirigente.

Ya en ese época este pensador tenía claro que todas las formas de gobierno tienden a degenerar, por lo que había que aplicar un sistema político que impidiera esa degeneración. Consideró que para lograrlo, la sociedad debía jerarquizarse en tres clases según las partes del alma o naturaleza humana.

Esas  tres partes del alma eran: la que conoce y razona (sabios y filósofos); la emocional e impetuosa (soldados); y la que busca la satisfacción material (el pueblo). 

Por su formación y elevadas cualidades, los sabios y filósofos eran los destinados a gobernar, y, pongan atención a lo siguiente: el gobernante tendría que vivir en colectividades y atender los intereses de la mayoría o del pueblo. No tendría derecho a poseer propiedades, porque la confusión entre intereses públicos y particulares es la principal causa de la degeneración en el poder.

Dejésmolo hasta alí.  Sin ser un erudito, uno no puede menos que coincidir con la conclusión de que “la política es un quehacer ordenado al bien común, que promueve la participación ciudadana al poseer la capacidad de distribuir y ejecutar el poder según sea necesario para garantizar, valga la redundancia, el bien común en la sociedad”.

 

Sin embargo, se ha escrito que con la aparición del Estado moderno, la definición de la política alcanzó otros significados configurándosela como la “lucha por el poder”. Uno de los fines de la política es la forma de obtener y conservar  poder, lo que implica una lucha por él, aunque ya se lo ejerza.  
 
Entonces, es esa lucha defenfrenada por el poder la que termina pudriéndolo todo.  Ingenuamente uno podría decir que eso tiene solución en tanto y en cuanto a esa lucha obsesiva por el poder se le ponga límite.  Y ahí, en esa aspiración es donde se estrella la ingenuidad.
 
Lo que nace como una “vocación de servicio público” se destruye por completo cuando aquello se convierte en una forma de vida.  Ejemplos sobran.  Hay gente que no conoce otra forma remunerada de vivir que no sea a costa o gracias a la política, y por una cuestión de síntesis me quiero referir sólo a cargo de elección popular.
 
No importa en qué país estés leyendo esto. Asomate a la ventana e identifica cuántos políticos conoces que ya lo eran cuando vivías tu infancia y hoy, que eres un adulto de 30 ó 40 años siguen allí.  Ellos son, sin excepción alguna la degradación misma de la política.  Según les venga la mano van desde un municipio a una Cámara de Diputados, a un Senado, y algunos los más afortunados, hasta llegan a la Presidencia.  Otros “suertudos” han logrado anclarse a sus bancas parlamentarias "ad eternum".  
 
Eso es, sin lugar a dudas, la degradación de la política. Gente que te habla de esfuerzo, de compromiso y, por supuesto, “de una sociedad más justa y solidaria”, y los más “progres” le agregan, “inclusiva”.  Nuevamente, asómate a la ventana y dime dónde viste que haya ocurrido eso, pero en serio.
 
Así como están las cosas -insisto- no importa el país donde estés leyendo, todo hace presumir que nada va a cambiar, lo cual es muy obvio.   Son ellos mismos quienes redactan sus “leyes laborales”, es decir, fijan sus sueldos y beneficios.  Y si alguien “se pasa de rosca” ellos mismos se fiscalizan.   A todo lo anterior hay que agregarle la respectiva cuota de nepotismo y amiguismo a costa del bolsillo de los contribuyentes
 
Nada cambiará si algo no cambia. El cambio no está en ellos, sino en la gente que, de una u otra forma va a encontrar o tiene que encontrar cómo reclamárselos, y evitar de paso un estallido social como el de Chile, que a un inmenso costo humano y material -pandemia de por medio- ha logrado rebajar las dietas, frenar las reelecciones eternas de parlamentarios (discusión que duró ocho años) y ahora sólo falta reducir el número de diputados y senadores, que también se hará.  Sin ser pitoniso me atrevo a decir que esos recortes en nada afectarán la calidad institucional, pero sí pondrá fin a aquello de vivir a costa de la política.
 
Chile, el país “ejemplo” de estabilidad, crecimiento y desarrollo estalló de bronca e impotencia 30 años después del retorno a la democracia.  La gente se hartó de que en 24,5 años de la Concertación de centro-izquierda, y 6,5 de la coalición de centro-derecha encabezada dos veces por Sebastián Piñera le prometieran como aquel almacén de la esquina “hoy no se fía, mañana sí”. 
 
Quedarse eternamente en el poder hace creer a los polìticos que es algo que les pertenece y por lo tanto disponer de él a su antojo. El poder es codicia, la codicia dinero, y el dinero de la política, corrupción. Y pensar que hace 2.673 años Platón esto lo vio venir pero nadie, o pocos, muy pocos pudieron o quisieron corregir a tiempo. Es que son incorregibles, hasta que ese rebaño llamado ciudadanía se rebele. ¿O no cree usted?

sábado, 5 de septiembre de 2020

LA FALSA DE LA VACUNA


La falsa de la vacuna. Sí, la falsa, no la farsa. 


Me refiero a la expectativa que autoridades urbi te orbi y medios de comunicación, por cierto, han ido creando respecto de la vacuna que nos salvará del Covid-19. 

 

Todo gira en torno a que cuando tengamos la vacuna seremos vacunados, y listo. Fin del problema que nos tiene asustados, encerrados, desgastados y golpeados psíquica y económicamente, rehenes de autoridades que, al igual que nosotros, han ido haciendo camino al andar, aprendiendo de a poco del Covid-19 y provocando aciertos y errores. Nuestra gran diferencia con ellos es que nuestros aciertos o errores son de poco impacto, los de ellos masivos. Y así estamos around the world, con una crisis que al parecer tendría una sola salida, la vacuna. 

 

Ahora bien, seamos sinceros, todos, diría casi sin excepción, hablan llenos de esperanza y optimismo que la vacuna a comienzos del 2021 pondrá término a nuestras penurias actuales. Gran aporte a aquello son los medios de comunicación que al parecer renuncian a la  indispensable rigurosidad que requiere la profesión a cambio de un título rimbombante. 

 

¿Alguien conoce algún caso a nivel mundial en que una vacuna haya acabado de un pinchazo con los efectos devastadores de una pandemia?  Creo que no. Por eso hablo de la falsa de la vacuna. Falsa creencia de que el pinchazo nos volverá a como vivíamos antes de tomar conocimiento de que en China existe una ciudad de 11 millones de habitantes llamada Wuhan. 

 

PÁJARO DE MAL AGÜERO

 

No quiero ser pájaro de mal agüero, pero es difícil evitar recordar que la viruela fue la primera enfermedad que tuvo vacuna. Eso fue en 1796 cuando un señor llamado Edward Jenner comenzó con los primeros ensayos. Recién en 1980, hace apenas 40 años, la Organización Mundial de la Salud la declaró totalmente erradicada. 

Existe una vacuna segura y económica, la del Sarampión, que fue aprobada por la FDA en 1963; sin embargo la enfermedad que llegó a matar 2,5 millones de personas por año, aún continúa.  Recién en los años 80 se implantó globalmente en lo que se conoció como uno de los mayores avances en salud pública de las últimas décadas. A pesar de eso el Sarampión  sigue vivo en países con sistemas sanitarios deficientes.  

¿Y la Poliomielitis? La página web del laboratorio Sanofi nos cuenta que a principios del siglo 20, la poliomielitis era una de las enfermedades más temidas en los países industrializados; sin embargo, poco tiempo después de la introducción de vacunas efectivas en los 50s y 60s, la polio se pudo controlar y fue eliminada como un problema de salud pública en la mayoría de los países en el mundo, con excepción de Nigeria, Afganistán y Pakistán.  Hoy, en el 2020, la enfermedad está controlada en un 99%. 

 

¿De dónde hemos sacado entonces, y basados en qué rigurosidad científica de que el pinchazo contra el Covid-19 solucionará nuestros problemas y el de los gobiernos que la siguen combatiendo a los tumbos?

 

Mientras, el diario argentino Página 12 nos dice que “si no fuese por la premisa no escrita del periodismo hegemónico de que todo lo bueno de Cuba no se cuenta, llamaría la atención que la noticia haya pasado prácticamente desapercibida: por estos días, la vacuna "Soberana01" comenzó los ensayos clínicos en humanos y se convirtió en la primera de América Latina -y de todo el mal llamado "mundo subdesarrollado"- en avanzar a esa segunda fase".


Y agrega: "Desde que arrancó los ensayos clínicos el 24 de agosto, (N. de la R.: Hace 13 días) reporta cero evento adverso grave luego de la inyección de los primeros 20 voluntarios", según tuiteó Dagmar García Rivera, directora de investigaciones del Instituto Finlay, el centro científico estatal cubano que dirige el proyecto".


Los lectores sabrán evaluar la seriedad de las conclusiones de un ensayo de 13 días sobre apenas 20 personas.  Sigamos.

 

Mientras tanto en otro lado del mundo la OMS (N. de la R.: De dudosa confianza)

dijo este viernes 4 de Septiembre que, siendo realistas, las vacunas para la COVID-19 no llegarán a los países hasta mediados o último trimestre del  2021. (Ver, https://news.un.org/es/story/2020/09/1480042)

Para ir cerrando.  Creo que con deseos más que con convicciones reales, y científicas que es lo que verdaderamente importa, nos entretienen con que a fin de año o los primeros meses del próximo nuestros problemas se comienzan a solucionar.  Y ni hablar de Donald Trump que anunció que espera comenzar a distribuir la vacuna a fines de Octubre o comienzos de Noviembre. Claro a él lo tienen que votar el martes 3 de ese mes.

 

Por eso reitero, creo que nos han embarcado en la falsa expectativa de la vacuna. O no cree usted?

 

VIOLENCIA MACHISTA. AY QUÉ TEMA, ¿NO?

“L a acumulación de crímenes por violencia machista ha originado entre los lectores diversos debates sobre cómo deben contarse estos abomina...