Ya lo dijimos en un artículo anterior. Los que gobiernan son solamente los más votados, no los mejores. Eso queda en evidencia en forma casi permanente, pero mucho más evidente aún en una Emergencia Sanitaria sin precedentes, sin experiencia ni manuales de procedimientos. Una pandemia a lo Machado, haciendo camino al andar.
No cabe dudas que el “top-top” de esta lista es Mr. President, Donald John Trump quien el 22 de Enero de este año, al día siguiente de la primera muerte de Covid19 en Estados Unidos, dijo, “lo tenemos totalmente bajo control. Todo va a estar bien”. Recién 51 días después declaró la Emergencia Sanitaria. El resto de la historia es conocida; su país es el No.1: Tiene el 33,62% de los contagiados del mundo y el 27,45% de los fallecidos.1
Le sigue su “follower” más acérrimo, Jair Messias Bolsonaro, cuyo país ostenta la tasa de contagio más alta del mundo, 2,8. Esto significa que cada contagiado transmite la enfermedad a casi tres personas más.2 No obstante aquello, el presidente de Brasil ha visto con agrado -apoyado es la expresión correcta- la apertura de centros comerciales sin ningún tipo de medida preventiva; distanciamiento social, por ejemplo. Y él además ha hecho gala de salir a mezclarse con la gente como si todo lo que está pasando sólo fuera ficción.
Más cerca nuestro, Sebastián Piñera en Chile, país que tiene un alto número de infectados respecto de su población, pero al mismo tiempo el que más testeos realiza por millón de habitantes introduce en medio de la pandemia el tema del plebiscito de Octubre, cuestión que irrita a propios y a ajenos. Especialmente a aquellos que esperan reformar la Constitución promulgada por la dictadura de Pinochet hace 40 años. Inoportuno tema arriba de la mesa en momentos en que aún el virus no ha hecho peak en su país; es decir el foco de la preocupación está en otro lado, y es discutible además si este es un tema que importe directamente al Presidente.
En tanto en Argentina, crece con más fuerza la convicción de que el novel presidente Alberto Fernández buscará refugiarse en la pandemia y la cuarentena todo lo que sea posible pues de esa forma coloca un manto de postergación a uno de los problemas más graves que enfrenta una vez más su país. Otro default.
Argentina quedó quebrada después de la administración Macri. Fernández prometió soluciones que no ha podido ni podrá cumplir, pues no tiene un solo peso en la caja y tampoco un plan para salir del trágico momento económico que vive el país. Los acreedores lo tienen arrinconado y negocian con un joven ministro de Economía de poco peso. En estos días además Fernández escuchó -aunque lo niegue- uno de los peores cacerolazos de los últimos tiempos motivado por la liberación a destajo de presos; cuestión que primero respaldó y luego negó. En un par de días.
Mientras haya cuarentena el presidente argentino seguirá teniendo poder y apoyo de prácticamente todas las fuerzas políticas. Cuando termine la cuarentena volverá a la dura realidad, y quizás a perder el poder.
En fin. Es una tragedia tener que admitir que los que gobiernan no son los mejores, sino políticos que en determinado momento sacaron muchos más votos que sus rivales. Lo peor de todo es que son el resultado de la voluntad popular, lo que nos llevaría a decir, nada de qué quejarse.
La nueva normalidad traerá, sin dudas, nuevos usos y costumbres; sin embargo estoy casi convencido que no cambiará la calidad de los políticos ni las exigencias de la ciudadanía para tener mejores representantes en las instituciones del poder. O no cree usted?
1: Fuente: Wikipedia, Mayo 3 de 2020
2: Fuente, Imperial College de Londres
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