sábado, 22 de agosto de 2020

SOBRAN RETÓRICA E INDOLENCIA

Tristeza y bronca.  En la misma cantidad e intensidad.

 

En Argentina murió Solange Musse, una mujer de 35 años con cáncer de mamas terminal cuyo único y último deseo era ver a su padre. Ese deseo no se cumplió.

 

La Policía de Córdoba de Huinca Renancó no dejó que el padre llegue a ver a su hija. El hombre hacía un viaje de 1.095 kilómetros, desde la ciudad neuquina de Plottier hasta la cordobesa de Alta Gracia donde residía la mujer, cuando fue atajado en ese lugar.  

 

El argumento policial fue que el examen que se le hizo allí (un test rápido) dio  positivo, pero la madre de Solange, según consigna  www.diariotextual.com

dijo que al padre le hicieron un testeo en Huinca Renancó que había dado positivo y no se lo dejaron ver, pidió un hisopado y se lo negaron”. En virtud de esa positividad la policía se apegó, se aferró estrictamente al protocolo sanitario.  

 

El sentido común, el buen criterio, una pizca de humanidad, nada más que eso hubiesen sido suficiente para entender el relato del padre e incluso un par de llamadas hubiese bastado para certificar la veracidad del reclamo, sin embargo, el protocolo cordobés redactado por el Comité de Operaciones de Emergencias -COE- pareciera no tener  lugar para excepciones, y por el contrario queda la sensación que basa su accionar en la “Doctrina de la Indolencia”.

 

De vuelta en Plottier el padre se hizo un hisopado que le dio negativo. Ya era tarde.

 

“Siento tanta impotencia que sean arrebatados los derechos de mi padre para verme y a mí para verlo…(…)…Acuérdense, hasta mi último suspiro tengo mis derechos”, escribió Solange de puño y letra poco antes de fallecer.

 

 

INDIFERENCIA

 

Escribo estas líneas el sábado 22 de agosto a las 21:12 horas mientras reviso las cuentas de Twitter del Pdte. Alberto Fernández, y del Gobernador de Córdoba Juan Schiaretti en busca de alguna expresión de condolencias para la familia de Solange y nada, pese a que este ha sido un caso que ha estremecido hasta al más duro de los argentinos.  Lo último que escribió el Presidente fue el día anterior sobre su decisión de declarar servicios públicos la telefonía celular, internet y la televisión pagada, mientras el Gobernador escribió el mismo día su regocijo porque la empresa Tubojet tendrá gas natural.

 

Me voy entonces a la página del COE y sólo veo satisfacción porque la Cruz Roja les donó termómetros, porque la Organización Panamericana de la Salud les dijo que Córdoba es un ejemplo y veo además la entrega de ambulancias en la ciudad de Dean Funes.    Me reafirmo entonces; es la “Doctrina de la Indolencia”.  Dejo hasta aquí esto de Solange. No hay nada más que agregar, saquen ustedes sus conclusiones.

 

Voy a otro lugar,  donde me encuentro con el mensaje de una persona que comenta, “la pandemia fue un obstáculo para que mi esposo pudiera atenderse. Lamentablemente falleció”.   Seguro que casos como estos debe haber muchísimos más.

 

Valga entonces la reflexión.

 

La autoridad, el poder sin sentido común, sin criterio, sin lugar a excepciones a las reglas, no tiene ningún sentido.  Lo primero que me viene a la cabeza es la reafirmación de una columna anterior que escribí aquí.  “Los que gobiernan no son los mejores, sino simplemente son los más votados”.

 

Pienso que en alguna parte, alguien investido con autoridad tendrá que preocuparse de redactar -¡150 días después de iniciada la cuarentena!*- un protocolo especial para los casos médicos serios, y no me vengan con que existen los permisos de 24 horas para ir a ver al doctor.  Estoy hablando de casos médicos complejos, de aquellos que requieren derivaciones de una ciudad a otra o de un país a otro  y que ya no pueden seguir esperando; donde todas las partes que tengan que intervenir asuman responsabilidades de acuerdo a su rol, comenzando, por cierto, por la responsabilidad del Poder Ejecutivo, máximo responsable de los éxitos y fracasos frente a la pandemia.

 

 

LOS CASOS SE ACUMULAN

 

Por ejemplo, que el centro asistencial que reciba tenga un protocolo del cual se hará cargo desde el mismo momento que toma contacto con el paciente, que podrá ser en la puerta del establecimiento o yéndolo a buscar directamente donde sea,  su casa, el aeropuerto, o el trasbordo de ambulancia,  aplicando todas las medidas de bioseguridad  para el paciente y su acompañante si lo hubiera.  Habrá que cuidar que no se contagie o no contagie. 

 

En realidad dudo que algún centro médico no tenga esos protocolos.  Lo que no hay son las autorizaciones gubernamentales.  Mientras tanto, los casos se acumulan, los pacientes que tenían que operarse no se operan y los que tenían que seguir tratamientos no los siguen.  Será necesario decir que la gente se sigue enfermando, que los que ya estaban enfermos se enferman más, y otros seguramente se murieron?

 

Cinco meses después los hospitales no colapsaron por el Covid19.  Sería esperable que no colapsen por la demanda contenida o que las listas de espera que antes de la cuarentena** ya eran largas no sean ahora eternas.   

 

Protocolos de los prestadores médicos sabemos que hay. Faltan autoridades que los aprueben. Sobra retórica e indolencia, ¿o no cree usted?

 

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N. de la R:

* =  El 14 de agosto el Presidente de Argentina. Alberto Fernández dijo que “la cuarentena no existe”, sin embargo la extendió hasta el 30 de ese mes.  Ese día el país habrá cumplido 163 días de aquello que no existe.

** =  Reiterado y utópico error de este redactor al volver a invocar el vocablo cuarentena en circunstancias que eso es algo que no existe, como Utopos.

 

lunes, 17 de agosto de 2020

ARGENTINA: QUE HABLEN CLARO


Transcurridos cinco meses de cuarentena no sólo se han deteriorado en la Argentina las cifras de contagiados y fallecidos, la economía y todos los indicadores de bienestar social. 

 

Ese deterioro no ha eximido a la credibilidad y la imagen presidencial.  En los últimos días nos hemos enterado de que las cifras no parecen ser lo que son.  Un aporte más a la poca y ninguna confianza en las instituciones vernáculas.  Sin datos confiables es difícil gestionar. Elemental.

 

En temas sensibles hay que hilar fino. Hablemos del conurbano donde parecería estar el foco de lo que no se sabe bien.  Hoy seguir mostrando números CABA-AMBA parecería que conlleva una segunda intención: no mostrar la realidad del Conurbano.

 

¿Por qué no afinar la focalización geográfica de los casos presentándolos en un Mapa de Riesgo por Partidos?  Así sabríamos bien dónde está el problema, y sin dudas, mejoraría la gestión.   Quizás eso evitaría que el encierro lo paguen “justos y pecadores”, permitiendo entonces restricciones diferenciadas por distritos lo cual aliviaría la angustiada situación de miles de personas.  Elemental también.

 

Con todo el derecho a desconfiar uno podría pensar que no presentar datos por partidos llevaría implícito tener que admitir que los principales focos de contagios están en zonas electoralmente adictas. La falta de transparencia y mensajes confusos les dan a las personas todo el derecho a ser desconfiadas.

 

Cuando uno toma decisiones espera como contrapartida resultados probables. Eso se llama presupuesto.  Cuando eso falla las razones pueden ser variadas, las responsabilidades también, sin embargo, el gobierno parece no hacerse cargo de ninguna, y, por el contrario, pone el foco en la culpa de los otros.  Eso en el barrio tiene nombre muy feo.

 

Y ya que hablamos del sentir popular, la conclusión de lo que ocurre se puede resumir en la siguiente frase: “la gente no come vidrio”.

 

Por otro lado, sería saludable y serio contrastar cifras Covid vs estadísticas estacionales de enfermedades respiratorias.  No debemos olvidar que todos los años los establecimientos de salud colapsan y los contagiados y fallecidos se incrementan de manera preocupante.  Entonces, si se desagregaran las cifras todos sabríamos dónde estamos parados; si podemos estar más tranquilos o más nerviosos, y lo que es más importante cuál es la verdadera realidad.  Lo que se pide no implica nada más que agregarle un par de columnas a la Excel, pero sería muy saludable, ¿o no cree usted?

 


jueves, 6 de agosto de 2020

CHILE FENOMENAL

 No sé si se habrán dado cuenta, pero en los últimos diez meses hemos venido de fenómeno en fenómeno.

 

Arrancó el Estallido Social con una chispita que me hizo recordar esas películas en que el bandido deja caer un fósforo sobre un hilito de combustible y estalla todo.  Es que Chile venía alimentando ese hilito de  combustible hace 29 años.  Fue (en realidad es) un fenómeno. Porque el Estallido Social lo activaron los jóvenes y lo manejaron todos y nadie al mismo tiempo pues la política tuvo que acovacharse.

 

No salíamos de una cuando nos enteramos que desde China se venía algo complicado de lo que no sabíamos mucho, pero era como esas cosas de las películas. Covid19 lo llamaron, y aquí estamos, cinco meses después tratando de entender cómo se sale de esto y viviendo de una forma rara.

 

Y mientras tratábamos de entender ese fenómeno nos encontramos con otro.  Los chilenos que por casi cuarenta años han venido juntando platita para su jubilación se encuentran con que el sueño dorado del jubilado no existe, que en quienes confiaron su dinero para el retiro son hoy extremadamente ricos y al mismo tiempo fabricantes de jubilados extremadamente pobres.  

 

Déjenme reforzar esa afirmación con el estudio “Industria de AFP chilena: ¿Cuánto gana y cuánto debería ganar?  del profesor Fernándo López, de la Facultad de Economía y Negocios, Universidad Alberto Hurtado, que dice así:

 

“En las últimas dos décadas, tanto expertos como la ciudadanía han considerado que las rentabilidades de la industria de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) son "excesivas". Para sustentar esta afirmación, generalmente se comparan las rentabilidades de las industrias de AFP y bancaria. A modo de referencia, la rentabilidad sobre patrimonio promedio de las AFP en el período 1991-2015 fue 26,4%, cifra que supera en 66% al 16% alcanzado por la banca en el mismo período (ver Gráfico 1). Aunque estas cifras sugieren que la industria de las AFP obtiene ganancias sobre lo normal, tanto la dinámica como las fuentes de exposición al riesgo de ambas industrias son diferentes y, por tanto, no son comparables.”

 

Y ahí se vino el otro fenómeno. El oficialismo se peleó, el Presidente Piñera se debilitó aún más y el Congreso intimidado por aquello de que “vox populi, vox dei” no tuvo otra alternativa que diseñar la llave maestra para que las AFPs abran sus cajas fuerte y le devuelvan a los chilenos el 10% de sus ahorros previsionales.  Me acordé de la frase, “Vamos Chile que se puede”.

 

A propósito de Piñera.  Todo herido y masgullado por la rebelión de los propios, por las críticas por el manejo de la crisis Covid19, que entre sus víctimas se cobró al ministro de Salud, hace lo que cualquier Presidente en crisis: cambia de gabinete.  Opino que con esa decisión Piñera ha superado sus propias malas decisiones.  Puso en Interior a Víctor Pérez, del ala más derecha de la UDI y que en su currículo exhibe haber sido Alcalde designado por Pinochet.  Un tipo que no debe conocer el mundo real, en el que viven los chilenos de a pie porque desde 1981 vive a costa del Estado.  Un becado de la política.

 

En realidad el cambio de gabinete, por lo menos así me parece a mí, está lejos se lograr armonía y entendimiento entre los chilenos. La decisión presidencial fue nuevamente la chispa sobre el hilo de combustible pues dio pie para que los grupos más radicalizados vuelvan a las suyas, a crear un ambiente de tensión que sólo le hace peor a Chile.

 

 “De esto nada puede salir bien”, pensé. Lamentablemente no me equivoqué.  Volvió la violencia a las calles, volvió la violencia a La Araucanía, mientras Agosto comienza con un 12% de aprobación para el Pdte. Piñera. Otro fenómeno; o acaso alguien recuerda que en la historia republicana de Chile un Presidente haya alcanzado esos números.

 

“Lo tienen por las cuerdas”, dijo alguien por allí, y lo graficó diciendo que por eso volvieron a sacar desde un cajón el proyecto del impuesto a los “súper ricos” que estaba quietito desde Junio.

 

Al Presidente le quedan 20 meses de mandato, lo cual puede ser mucho o poco dependiendo del lado de la vereda que lo mires.  Creo que para Piñera es mucho, casi demasiado.  Algunos quieren que renuncie ya.    A mí me parece una pésima idea.  Preferiría que tome la iniciativa de anticipar las elecciones Presidenciales y Legislativas, pues de ese modo aprovechamos de fumigar todo, ¿o no cree usted?

 

 

FENÓMENO: Cosa inmaterial, hecho o suceso que se manifiesta y puede percibirse a través de los sentidos o del intelecto.

 

 

 

VIOLENCIA MACHISTA. AY QUÉ TEMA, ¿NO?

“L a acumulación de crímenes por violencia machista ha originado entre los lectores diversos debates sobre cómo deben contarse estos abomina...