sábado, 22 de agosto de 2020

SOBRAN RETÓRICA E INDOLENCIA

Tristeza y bronca.  En la misma cantidad e intensidad.

 

En Argentina murió Solange Musse, una mujer de 35 años con cáncer de mamas terminal cuyo único y último deseo era ver a su padre. Ese deseo no se cumplió.

 

La Policía de Córdoba de Huinca Renancó no dejó que el padre llegue a ver a su hija. El hombre hacía un viaje de 1.095 kilómetros, desde la ciudad neuquina de Plottier hasta la cordobesa de Alta Gracia donde residía la mujer, cuando fue atajado en ese lugar.  

 

El argumento policial fue que el examen que se le hizo allí (un test rápido) dio  positivo, pero la madre de Solange, según consigna  www.diariotextual.com

dijo que al padre le hicieron un testeo en Huinca Renancó que había dado positivo y no se lo dejaron ver, pidió un hisopado y se lo negaron”. En virtud de esa positividad la policía se apegó, se aferró estrictamente al protocolo sanitario.  

 

El sentido común, el buen criterio, una pizca de humanidad, nada más que eso hubiesen sido suficiente para entender el relato del padre e incluso un par de llamadas hubiese bastado para certificar la veracidad del reclamo, sin embargo, el protocolo cordobés redactado por el Comité de Operaciones de Emergencias -COE- pareciera no tener  lugar para excepciones, y por el contrario queda la sensación que basa su accionar en la “Doctrina de la Indolencia”.

 

De vuelta en Plottier el padre se hizo un hisopado que le dio negativo. Ya era tarde.

 

“Siento tanta impotencia que sean arrebatados los derechos de mi padre para verme y a mí para verlo…(…)…Acuérdense, hasta mi último suspiro tengo mis derechos”, escribió Solange de puño y letra poco antes de fallecer.

 

 

INDIFERENCIA

 

Escribo estas líneas el sábado 22 de agosto a las 21:12 horas mientras reviso las cuentas de Twitter del Pdte. Alberto Fernández, y del Gobernador de Córdoba Juan Schiaretti en busca de alguna expresión de condolencias para la familia de Solange y nada, pese a que este ha sido un caso que ha estremecido hasta al más duro de los argentinos.  Lo último que escribió el Presidente fue el día anterior sobre su decisión de declarar servicios públicos la telefonía celular, internet y la televisión pagada, mientras el Gobernador escribió el mismo día su regocijo porque la empresa Tubojet tendrá gas natural.

 

Me voy entonces a la página del COE y sólo veo satisfacción porque la Cruz Roja les donó termómetros, porque la Organización Panamericana de la Salud les dijo que Córdoba es un ejemplo y veo además la entrega de ambulancias en la ciudad de Dean Funes.    Me reafirmo entonces; es la “Doctrina de la Indolencia”.  Dejo hasta aquí esto de Solange. No hay nada más que agregar, saquen ustedes sus conclusiones.

 

Voy a otro lugar,  donde me encuentro con el mensaje de una persona que comenta, “la pandemia fue un obstáculo para que mi esposo pudiera atenderse. Lamentablemente falleció”.   Seguro que casos como estos debe haber muchísimos más.

 

Valga entonces la reflexión.

 

La autoridad, el poder sin sentido común, sin criterio, sin lugar a excepciones a las reglas, no tiene ningún sentido.  Lo primero que me viene a la cabeza es la reafirmación de una columna anterior que escribí aquí.  “Los que gobiernan no son los mejores, sino simplemente son los más votados”.

 

Pienso que en alguna parte, alguien investido con autoridad tendrá que preocuparse de redactar -¡150 días después de iniciada la cuarentena!*- un protocolo especial para los casos médicos serios, y no me vengan con que existen los permisos de 24 horas para ir a ver al doctor.  Estoy hablando de casos médicos complejos, de aquellos que requieren derivaciones de una ciudad a otra o de un país a otro  y que ya no pueden seguir esperando; donde todas las partes que tengan que intervenir asuman responsabilidades de acuerdo a su rol, comenzando, por cierto, por la responsabilidad del Poder Ejecutivo, máximo responsable de los éxitos y fracasos frente a la pandemia.

 

 

LOS CASOS SE ACUMULAN

 

Por ejemplo, que el centro asistencial que reciba tenga un protocolo del cual se hará cargo desde el mismo momento que toma contacto con el paciente, que podrá ser en la puerta del establecimiento o yéndolo a buscar directamente donde sea,  su casa, el aeropuerto, o el trasbordo de ambulancia,  aplicando todas las medidas de bioseguridad  para el paciente y su acompañante si lo hubiera.  Habrá que cuidar que no se contagie o no contagie. 

 

En realidad dudo que algún centro médico no tenga esos protocolos.  Lo que no hay son las autorizaciones gubernamentales.  Mientras tanto, los casos se acumulan, los pacientes que tenían que operarse no se operan y los que tenían que seguir tratamientos no los siguen.  Será necesario decir que la gente se sigue enfermando, que los que ya estaban enfermos se enferman más, y otros seguramente se murieron?

 

Cinco meses después los hospitales no colapsaron por el Covid19.  Sería esperable que no colapsen por la demanda contenida o que las listas de espera que antes de la cuarentena** ya eran largas no sean ahora eternas.   

 

Protocolos de los prestadores médicos sabemos que hay. Faltan autoridades que los aprueben. Sobra retórica e indolencia, ¿o no cree usted?

 

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N. de la R:

* =  El 14 de agosto el Presidente de Argentina. Alberto Fernández dijo que “la cuarentena no existe”, sin embargo la extendió hasta el 30 de ese mes.  Ese día el país habrá cumplido 163 días de aquello que no existe.

** =  Reiterado y utópico error de este redactor al volver a invocar el vocablo cuarentena en circunstancias que eso es algo que no existe, como Utopos.

 

lunes, 17 de agosto de 2020

ARGENTINA: QUE HABLEN CLARO


Transcurridos cinco meses de cuarentena no sólo se han deteriorado en la Argentina las cifras de contagiados y fallecidos, la economía y todos los indicadores de bienestar social. 

 

Ese deterioro no ha eximido a la credibilidad y la imagen presidencial.  En los últimos días nos hemos enterado de que las cifras no parecen ser lo que son.  Un aporte más a la poca y ninguna confianza en las instituciones vernáculas.  Sin datos confiables es difícil gestionar. Elemental.

 

En temas sensibles hay que hilar fino. Hablemos del conurbano donde parecería estar el foco de lo que no se sabe bien.  Hoy seguir mostrando números CABA-AMBA parecería que conlleva una segunda intención: no mostrar la realidad del Conurbano.

 

¿Por qué no afinar la focalización geográfica de los casos presentándolos en un Mapa de Riesgo por Partidos?  Así sabríamos bien dónde está el problema, y sin dudas, mejoraría la gestión.   Quizás eso evitaría que el encierro lo paguen “justos y pecadores”, permitiendo entonces restricciones diferenciadas por distritos lo cual aliviaría la angustiada situación de miles de personas.  Elemental también.

 

Con todo el derecho a desconfiar uno podría pensar que no presentar datos por partidos llevaría implícito tener que admitir que los principales focos de contagios están en zonas electoralmente adictas. La falta de transparencia y mensajes confusos les dan a las personas todo el derecho a ser desconfiadas.

 

Cuando uno toma decisiones espera como contrapartida resultados probables. Eso se llama presupuesto.  Cuando eso falla las razones pueden ser variadas, las responsabilidades también, sin embargo, el gobierno parece no hacerse cargo de ninguna, y, por el contrario, pone el foco en la culpa de los otros.  Eso en el barrio tiene nombre muy feo.

 

Y ya que hablamos del sentir popular, la conclusión de lo que ocurre se puede resumir en la siguiente frase: “la gente no come vidrio”.

 

Por otro lado, sería saludable y serio contrastar cifras Covid vs estadísticas estacionales de enfermedades respiratorias.  No debemos olvidar que todos los años los establecimientos de salud colapsan y los contagiados y fallecidos se incrementan de manera preocupante.  Entonces, si se desagregaran las cifras todos sabríamos dónde estamos parados; si podemos estar más tranquilos o más nerviosos, y lo que es más importante cuál es la verdadera realidad.  Lo que se pide no implica nada más que agregarle un par de columnas a la Excel, pero sería muy saludable, ¿o no cree usted?

 


jueves, 6 de agosto de 2020

CHILE FENOMENAL

 No sé si se habrán dado cuenta, pero en los últimos diez meses hemos venido de fenómeno en fenómeno.

 

Arrancó el Estallido Social con una chispita que me hizo recordar esas películas en que el bandido deja caer un fósforo sobre un hilito de combustible y estalla todo.  Es que Chile venía alimentando ese hilito de  combustible hace 29 años.  Fue (en realidad es) un fenómeno. Porque el Estallido Social lo activaron los jóvenes y lo manejaron todos y nadie al mismo tiempo pues la política tuvo que acovacharse.

 

No salíamos de una cuando nos enteramos que desde China se venía algo complicado de lo que no sabíamos mucho, pero era como esas cosas de las películas. Covid19 lo llamaron, y aquí estamos, cinco meses después tratando de entender cómo se sale de esto y viviendo de una forma rara.

 

Y mientras tratábamos de entender ese fenómeno nos encontramos con otro.  Los chilenos que por casi cuarenta años han venido juntando platita para su jubilación se encuentran con que el sueño dorado del jubilado no existe, que en quienes confiaron su dinero para el retiro son hoy extremadamente ricos y al mismo tiempo fabricantes de jubilados extremadamente pobres.  

 

Déjenme reforzar esa afirmación con el estudio “Industria de AFP chilena: ¿Cuánto gana y cuánto debería ganar?  del profesor Fernándo López, de la Facultad de Economía y Negocios, Universidad Alberto Hurtado, que dice así:

 

“En las últimas dos décadas, tanto expertos como la ciudadanía han considerado que las rentabilidades de la industria de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) son "excesivas". Para sustentar esta afirmación, generalmente se comparan las rentabilidades de las industrias de AFP y bancaria. A modo de referencia, la rentabilidad sobre patrimonio promedio de las AFP en el período 1991-2015 fue 26,4%, cifra que supera en 66% al 16% alcanzado por la banca en el mismo período (ver Gráfico 1). Aunque estas cifras sugieren que la industria de las AFP obtiene ganancias sobre lo normal, tanto la dinámica como las fuentes de exposición al riesgo de ambas industrias son diferentes y, por tanto, no son comparables.”

 

Y ahí se vino el otro fenómeno. El oficialismo se peleó, el Presidente Piñera se debilitó aún más y el Congreso intimidado por aquello de que “vox populi, vox dei” no tuvo otra alternativa que diseñar la llave maestra para que las AFPs abran sus cajas fuerte y le devuelvan a los chilenos el 10% de sus ahorros previsionales.  Me acordé de la frase, “Vamos Chile que se puede”.

 

A propósito de Piñera.  Todo herido y masgullado por la rebelión de los propios, por las críticas por el manejo de la crisis Covid19, que entre sus víctimas se cobró al ministro de Salud, hace lo que cualquier Presidente en crisis: cambia de gabinete.  Opino que con esa decisión Piñera ha superado sus propias malas decisiones.  Puso en Interior a Víctor Pérez, del ala más derecha de la UDI y que en su currículo exhibe haber sido Alcalde designado por Pinochet.  Un tipo que no debe conocer el mundo real, en el que viven los chilenos de a pie porque desde 1981 vive a costa del Estado.  Un becado de la política.

 

En realidad el cambio de gabinete, por lo menos así me parece a mí, está lejos se lograr armonía y entendimiento entre los chilenos. La decisión presidencial fue nuevamente la chispa sobre el hilo de combustible pues dio pie para que los grupos más radicalizados vuelvan a las suyas, a crear un ambiente de tensión que sólo le hace peor a Chile.

 

 “De esto nada puede salir bien”, pensé. Lamentablemente no me equivoqué.  Volvió la violencia a las calles, volvió la violencia a La Araucanía, mientras Agosto comienza con un 12% de aprobación para el Pdte. Piñera. Otro fenómeno; o acaso alguien recuerda que en la historia republicana de Chile un Presidente haya alcanzado esos números.

 

“Lo tienen por las cuerdas”, dijo alguien por allí, y lo graficó diciendo que por eso volvieron a sacar desde un cajón el proyecto del impuesto a los “súper ricos” que estaba quietito desde Junio.

 

Al Presidente le quedan 20 meses de mandato, lo cual puede ser mucho o poco dependiendo del lado de la vereda que lo mires.  Creo que para Piñera es mucho, casi demasiado.  Algunos quieren que renuncie ya.    A mí me parece una pésima idea.  Preferiría que tome la iniciativa de anticipar las elecciones Presidenciales y Legislativas, pues de ese modo aprovechamos de fumigar todo, ¿o no cree usted?

 

 

FENÓMENO: Cosa inmaterial, hecho o suceso que se manifiesta y puede percibirse a través de los sentidos o del intelecto.

 

 

 

domingo, 19 de julio de 2020

ADMINISTRAR JUBILACIONES SIN FINES DE LUCRO

 

Treinta años después ha quedado comprobado que el sistema chileno de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFPs) ha sido un fracaso.  Nótese que hablo del fracaso de las administradoras, no de la Capitalización Individual, que por ahora y en estas latitudes parece ser el menos malo de los sistemas jubilatorios.

 

Desde siempre he sostenido -sin que le importe a nadie, por cierto- que la Seguridad Social en nuestros países subdesarrollados no puede tener fines de lucro, sino que debe estar en manos capaces de garantizar una buena jubilación a los aportantes después de 30 años de trabajo.  Una obviedad.

 

La historia demuestra que los sistemas de reparto en manos estatales son pésimos e injustos pues reparten “solidariamente” el esfuerzo personal de un trabajador que durante toda su vida laboral estuvo ahorrando para una jubilación digna.  En Chile antes del 81 fue un fracaso y en Argentina después de pulverizar a las AFJPs otro y peor pues incluso en ese país dieron jubilación a quienes nunca habían realizado un aporte.

 

Hoy Chile está en el ojo de una gran tormenta pues tres décadas después de la puesta en marcha del sistema se confirma que las AFPs y sus inversores han obtenidos ganancias más que suculentas mientras  han venido “fabricando” jubilados pobres.    Peor aún, ante la crisis económica provocada por el Covid y el descrédito de las administradoras, hoy se debate que los aportantes puedan retirar hasta el 10% del dinero que han juntado para su jubilación.  Serán jubilados más pobres aún.

 

Este debate ha trizado las alianzas políticas pues oficialistas y opositores se han dividido puertas hacia adentro entre los que están a favor y los que están en contra.  La última palabra será la del Presidente.   En algo tenemos que coincidir, será “pan para hoy, hambre para mañana”.

 

Pero volvamos al punto inicial.  La Seguridad Social no puede ni debe tener fin de lucro. En esta postura no busquen el sesgo ideológico del autor porque no lo hay, busquen el sesgo lógico.

La Revista de Análisis Económico -RAE-, en su edición Vol.31 No.2 Santiago Oct. 2016 presenta un trabajo del profesor Fernándo López, de la Facultad de Economía y Negocios, Universidad Alberto Hurtado, Chile, titulado “Industria de AFP chilena: ¿Cuánto gana y cuánto debería ganar?  El estudio comienza así:         

“En las últimas dos décadas, tanto expertos como la ciudadanía han considerado que las rentabilidades de la industria de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) son "excesivas". Para sustentar esta afirmación, generalmente se comparan las rentabilidades de las industrias de AFP y bancaria. A modo de referencia, la rentabilidad sobre patrimonio promedio de las AFP en el período 1991-2015 fue 26,4%, cifra que supera en 66% al 16% alcanzado por la banca en el mismo período (ver Gráfico 1). Aunque estas cifras sugieren que la industria de las AFP obtiene ganancias sobre lo normal, tanto la dinámica como las fuentes de exposición al riesgo de ambas industrias son diferentes y, por tanto, no son comparables.

Gráfico 1: Rentabilidad sobre patrimono (ROE) de las industrias de AFP y bancaria en el período 1991-2015 (Cifras en porcentajes)


“Analizar si las ganancias de los dueños de las AFP son excesivas es relevante por al menos tres razones. Primero, el nivel de ganancias de una industria es un síntoma de su grado de competitividad. Si la rentabilidad observada en una industria es superior a la rentabilidad que se justifica por el nivel de riesgo del negocio, nuevos actores tendrán incentivos para ingresar y, como resultado, las ganancias de la industria caerán. En contraste, cuando un grupo de empresas tiene la capacidad de generar rentabilidades elevadas por un período sostenido de tiempo, generalmente se considera como un síntoma que refleja la presencia de barreras que limitan la competitividad de la industria (McAfee, Mialon y Williams, 2004). Segundo, esta falta de competitividad distorsiona la asignación de recursos de la economía. En el caso de las AFP, se produce una transferencia de excedentes desde los cotizantes hacia las administradoras. Esta transferencia también puede afectar otros mercados al aumentar la disponibilidad de recursos de las AFP y acentuar las necesidades de financiamiento de los cotizantes. Tercero, la percepción ciudadana de que la industria de AFP genera ganancias excesivas alimenta el descontento social afectando la legitimidad del sistema de pensiones.”

 

Luego de estos párrafos, la primera reflexión es, ¿y si esas utilidades en vez de ser repartidas entre los accionistas se hubiesen volcado a las cuentas individuales de los cotizantes, cuál sería el impacto sobre las jubilaciones?  Porque, convengamos, estamos hablando de muchísima plata.

 

En Chile, a partir de 1958, es decir diez años antes que se dictara la ley que las regula, se crearon las mutualidades de accidentes del trabajo (ACHS, Mutual e IST), que son un subsistema de la Seguridad Social y que administran SIN FINES DE LUCRO y con participación paritaria todo lo relacionado con la prevención de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales.  En general lo han hecho más que bien, prueba de ello es que nadie ha insinuado siquiera meterles mano, y eso que allí se mueven mucho miles de millones de pesos.  Lo que quiero significar es que si se quiere, se puede.

 

¿Qué impediría entonces que el sistema de pensiones tenga un mecanismo de administración similar?   Sin dudas que eso será siempre mucho mejor que terminar con el sistema, o volver todo a manos del Estado.  Insisto, el sistema no es el problema, sino sus administradores.

 

En Chile se ha hablado mucho de reforma previsional; se han armado comisiones, se han realizado estudios, han opinado todos los actores de la política, pero varios años después todo sigue tan peor como antes.

 

Ahora, permitir que los aportantes retiren hasta un 10% de sus ahorros jubilatorios es francamente una pésima idea.  Por qué no explorar esa otra alternativa?

 

El tema sin dudas es para un largo debate (otro y otros más), pero hay que darlo, y en lo posible con más voces técnicas que políticas pues el asunto es demasiado delicado para dejarlo en manos de los políticos. ¿O no cree usted?

sábado, 11 de julio de 2020

"HAGAN BUENAS HISTORIAS DE LOS CORRUPTOS Y LAS VÍCTIMAS"

Me voy a tomar una licencia.  Hoy no escribiré una columna de opinión, la cederé a una crónica porque me parece que el tema lo vale.

 

Hoy, 11 de Julio es el Día del Periodista en Chile. Fecha propicia para compartir conceptos urbi et orbi sobre la profesión comentados por Mónica González, Premio Nacional del Periodismo 2019 a los cuales adhiero100%.   Al que le caiga el sayo…ya saben.

 

Consecuente con su estilo de hablar sin pelos en la lengua, la periodista dice:  “Hay que tener más talento que ayer; no hay que ser políticos, hay que ser periodistas.  Y eso es difícil porque “puchas” que les gusta a nuestros colegas ser políticos”. Lo dice mientras dialoga en un foro con periodistas vía Skype, organizado por la Radio de la Universidad Austral de Chile.

 

Categórica, González -reconocida por ser una de las mejores plumas hispanas en Periodismo de Investigación, enfatiza: “No.  Hay que ser periodistas.  Yo no entiendo por qué no se dedican a la política.  Hay que ser periodistas, no hay que tener anteojeras.  Eso te da credibilidad.  Somos más vitales que nunca”.

 

DESMENUZAR EL PODER

 

Hablándole a sus colegas jóvenes, agrega: “Somos el único cordón umbilical que une a la gente que está cagada de susto, llena de miedo por el poder.  Y nosotros tenemos que desmenuzar el poder, con respeto…(   ) Y exigimos que se nos trate  con respeto, y cuando no nos tratan con respeto pateamos, reclamamos para que esto se acabe”.

 

Luego, casi como una arenga, provoca a sus colegas:  “Desmenucen las cajas, sigan las líneas del dinero, hagan buenas historias de los corruptos y las víctimas.  Pongan el mejor talento al servicio de contar historias.  Hagan que la gente se estremezca y se indigne”.

 

Ahora opino yo.  


Hay que rescatar de manera Urgente a aquel periodismo de las preguntas incómodas, aquel que lo cuestiona todo e incomoda a todos, y al mismo tiempo hay repudiar al periodismo genuflexo o aquel que sólo se alimenta de gacetillas.  Esperemos que esto también sea una consecuencia de la nueva normalidad ¿O no cree usted?

lunes, 8 de junio de 2020

NO HAY QUE TEMERLE A LAS REDES SOCIALES, PERO...

Salvo contadas excepciones, son pocos los movimientos o protestas, urbi et orbi, con una fuerza y penetración mayor a las redes sociales.  Tanto así que gobernantes, políticos, empresarios, artistas y celebrities en general se las toman tan en serio como para no ignorar sus mensajes.

 

Guste o no, las redes sociales son la herramienta más libre y democrática con que cuenta el mundo occidental.  Todos tienen acceso a ellas y todos pueden decir lo que quieran sin más límites que la cantidad de caracteres en el caso de Twitter.

 

Son la tentación para controlarlas que tienen presidentes y parlamentarios de muchos lugares del planeta.  Curioso, pues ellos mismos las usan para decir a destajo cosas que sentados tras los escritorios de sus cargos jamás atreverían a decir, salvo Mr. Trump por cierto, pero ese es un “fenómeno” de varios capítulos.

 

El poder de diseminación de una noticia, una denuncia, un hecho cualquiera a través de las redes es tremendo, muy tremendo.  Y eso es bueno porque hoy cada día es más difícil ocultar cosas y más fácil hacerlas conocer.  Quien nada hace, nada teme podría ser la clave para escapar a su efecto denunciante y cuestionador.

 

Hasta ahora no han sido pocos los intentos por controlarlas, una tentación muy propia de los mandatarios de turno, pero son muchas más las voces que lo impedirían.  La Libertad de Expresión está más garantizada que nunca.

 

Es cierto que también que hay mal y pésimo uso de ellas, pero nada distinto a muchas otras cosas puestas al servicio del hombre.  Uno podría decir que un auto es dañino porque atropella y mata gente, pero en realidad son muchos más sus beneficios porque es un medio de transporte. Todo depende del uso.   

 

En el caso de las redes para los excesos están los tribunales; cada cual sabrá a qué se expone cuando las usa con un afán que tiene por objetivo generar perjuicio.

 

Es cierto también que necesitan algo más de control.  Por ejemplo, todo aquel que se registre a nivel personal debiera hacerlo, por qué no, escaneando su documento de identidad de modo que en caso de perjuicio se sepa quién está detrás de un presunto hecho contrario a la Ley.     En el caso de los perfiles institucionales el control es mucho más fácil.

 

Dentro de los intentos de coersión a las redes están aquellos que van contra los creadores de estas, ignorando que ellas son sólo un canal de comunicación por lo cual no tienen responsabilidad por la emisión y contenido del mensaje.  Debemos admitir, eso sí, que las herramientas de denuncia y control que han puesto al servicio de los usuarios son aún bastante light.  Seguramente eso va a cambiar porque es necesario poner a raya ciertos desvaríos.

 

 

Lo concreto es que las personas en general nunca tuvieron más oportunidad de expresarse como lo hacen ahora hasta que aparecieron las redes sociales.  Eso es bueno, pues gracias a ello se han denunciado hechos deleznables y nos hemos enterado de cuestiones que en otro tiempo hubiesen sido tapados muy fácilmente.

 

Las redes no son buenas cuando dicen algo que nos gusta y malas cuando no están en nuestra sintonía.  Las redes sociales, gusten o no, son buenas, ¿o no cree usted?

lunes, 25 de mayo de 2020

UN TEMA POLÉMICO, PERO NADA DE ABSURDO


Todo comenzó en tiempos de Cuarentena y Covid-19 con Angela Merkel y Lufthansa.  Un rescate financiero de€ 9.000.- para la aerolínea, pero con participación accionaria del gobierno alemán de hasta un 25%, pero sin derecho a voto en el Directorio. Nadie habló de estatización.


Tras permanecer intervenida tres años bajo administración una especial la nueva Alitalia recibirá del Gobierno italiano por lo menos 3.000 millones de euros. Primer paso para volver a manos públicas.  Nadie puso el grito en el cielo.  


En Argentina el Gobierno del Pdte. Alberto Fernández anunció que dará un salvataje a las empresas en CrisisCovid19 sin importar su tamaño para que puedan pagar los sueldos de sus trabajadores.  Acto seguido una diputada oficialista propuso/sugirió que ese salvataje se transforme en participación accionaria.  


La oposición saltó horrorizada. Habló de un plan de estatización, de la confirmación del camino a la “Venezonalización”, al comunismo. Horror.  Cuasi un escándalo.  Opinadores libremercadistas también se inclinaron por ese argumento.


Hablando y siendo serios,  eso en estricto rigor no debiera escandalizar a nadie, todo lo contrario, los ciudadanos, los contribuyentes debieran estar tranquilos de que el dinero estatal no se regala sino se invierte, pero, cuál es el problema?


La Argentina vive bajo el Régimen K.  Bajo la presidencia de Alberto Fernández pero con una gravitante influencia política, doctrinaria y fundamentalista de Cristina Fernández de Kirchner -CFK-, y eso asusta y preocupa.  Es que en los dos mandatos de ella se vieron y vivieron cosas muy reñidas con una buena salud republicana. Y sus seguidores son fundamentalistas, algo que más que una crítica es una virtud en tiempos de descrédito hacia los partidos y liderazgos políticos.


La vocera de semejante idea fue la diputada K Fernanda Vallejos, respecto de la cual nadie cree que haya sido suya la idea, sino más bien de su jefa política.  Ese es el problema, de donde pudo haber venido la idea, porque convengamos a nadie en Alemania o Italia se le ocurriría pensar en los términos que ha ocurrido en la Argentina.


Los descreídos tienen razón; hay ideas K que asustan y hay liderazgos que pesan poco, como parece ser el del Presidente Fernández.  Pero volvamos al meollo del asunto.


Que un Estado, un gobierno le tire un importante salvavidas económico a empresas de gran tamaño sin alguna contraprestación parece un absurdo.  En Chile Piñera también reparte salvavidas, pero con una diferencia.  Los ha llamado “créditos con suprapreferencia”, que no es otra cosa que préstamos con aval del Estado;  es decir no hay regalos.


No resulta descabellado que si un Estado tiene que poner mucha plata para salvar una empresa tome los resguardos necesarios para velar por el buen uso de ella, pues es plata de todos los contribuyentes.  Una forma de cuidar el dinero en esas manos es la participación accionaria, el aumento de capital, y si la plata alcanza ocupar un sillón en el Directorio, pero como en Alemania, con derecho a voz, pero no a voto, porque parafraseando a León Gieco podríamos decir que el Estado “es un monstruo grande y pisa fuerte”.


Es más, como se trata de ser serios y rigurosos en el cuidado de ese dinero los directores en esas empresas no debieran ser beneficiarios del cuoteo político, sino profesionales con alta y probada formación y experiencia, que sean propuesto por el Ejecutivo, pero confirmados por el Legislativo.  Todo lo que sea correctamente posible.


No debiera ser mala la participación estatal en empresas en crisis, siempre y cuando se haga bajo determinados criterios técnicos, entre ellos que no sea la decisión arbitraria de una persona, sino más bien el resultado de concienzudos análisis de gente que sabe,  y ojo, nunca más allá de participaciones que superen un cuarto o un tercio del capital.


El problema de la Argentina es el desprestigio de su política, y acá no hay excepciones; es la inestabilidad de sus gobernantes que cada vez que cambia el color del gobierno sobrevienen los volantazos.  Lamentablemente el término Políticas de Estado no pasa de ser una expresión de deseo.


La Argentina es víctima y rehén de su descrédito, y lo que es peor, se da con más fuerza respecto de los tres pilares de la república, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.   En las estructuras de decisión de esos poderes, todos aborrecen de ese desprestigio, pero no hay una sola acción concreta capaz de decir, por fin hemos cambiado de rumbo.


Por eso una NO MALA IDEA se transforma en una HORRIBLE IDEA, porque todos confían en nadie; todos le creen a nadie; todos sospechan de todos y, salvo declaraciones rimbombantes el rumbo no cambia.  


Es triste admitir que viviendo tiempos malos y muy malos producto de la economía y el Covid-19 todo hace presumir que para la Argentina vendrán tiempos peores, ¿o no cree usted?


VIOLENCIA MACHISTA. AY QUÉ TEMA, ¿NO?

“L a acumulación de crímenes por violencia machista ha originado entre los lectores diversos debates sobre cómo deben contarse estos abomina...