lunes, 25 de mayo de 2020

UN TEMA POLÉMICO, PERO NADA DE ABSURDO


Todo comenzó en tiempos de Cuarentena y Covid-19 con Angela Merkel y Lufthansa.  Un rescate financiero de€ 9.000.- para la aerolínea, pero con participación accionaria del gobierno alemán de hasta un 25%, pero sin derecho a voto en el Directorio. Nadie habló de estatización.


Tras permanecer intervenida tres años bajo administración una especial la nueva Alitalia recibirá del Gobierno italiano por lo menos 3.000 millones de euros. Primer paso para volver a manos públicas.  Nadie puso el grito en el cielo.  


En Argentina el Gobierno del Pdte. Alberto Fernández anunció que dará un salvataje a las empresas en CrisisCovid19 sin importar su tamaño para que puedan pagar los sueldos de sus trabajadores.  Acto seguido una diputada oficialista propuso/sugirió que ese salvataje se transforme en participación accionaria.  


La oposición saltó horrorizada. Habló de un plan de estatización, de la confirmación del camino a la “Venezonalización”, al comunismo. Horror.  Cuasi un escándalo.  Opinadores libremercadistas también se inclinaron por ese argumento.


Hablando y siendo serios,  eso en estricto rigor no debiera escandalizar a nadie, todo lo contrario, los ciudadanos, los contribuyentes debieran estar tranquilos de que el dinero estatal no se regala sino se invierte, pero, cuál es el problema?


La Argentina vive bajo el Régimen K.  Bajo la presidencia de Alberto Fernández pero con una gravitante influencia política, doctrinaria y fundamentalista de Cristina Fernández de Kirchner -CFK-, y eso asusta y preocupa.  Es que en los dos mandatos de ella se vieron y vivieron cosas muy reñidas con una buena salud republicana. Y sus seguidores son fundamentalistas, algo que más que una crítica es una virtud en tiempos de descrédito hacia los partidos y liderazgos políticos.


La vocera de semejante idea fue la diputada K Fernanda Vallejos, respecto de la cual nadie cree que haya sido suya la idea, sino más bien de su jefa política.  Ese es el problema, de donde pudo haber venido la idea, porque convengamos a nadie en Alemania o Italia se le ocurriría pensar en los términos que ha ocurrido en la Argentina.


Los descreídos tienen razón; hay ideas K que asustan y hay liderazgos que pesan poco, como parece ser el del Presidente Fernández.  Pero volvamos al meollo del asunto.


Que un Estado, un gobierno le tire un importante salvavidas económico a empresas de gran tamaño sin alguna contraprestación parece un absurdo.  En Chile Piñera también reparte salvavidas, pero con una diferencia.  Los ha llamado “créditos con suprapreferencia”, que no es otra cosa que préstamos con aval del Estado;  es decir no hay regalos.


No resulta descabellado que si un Estado tiene que poner mucha plata para salvar una empresa tome los resguardos necesarios para velar por el buen uso de ella, pues es plata de todos los contribuyentes.  Una forma de cuidar el dinero en esas manos es la participación accionaria, el aumento de capital, y si la plata alcanza ocupar un sillón en el Directorio, pero como en Alemania, con derecho a voz, pero no a voto, porque parafraseando a León Gieco podríamos decir que el Estado “es un monstruo grande y pisa fuerte”.


Es más, como se trata de ser serios y rigurosos en el cuidado de ese dinero los directores en esas empresas no debieran ser beneficiarios del cuoteo político, sino profesionales con alta y probada formación y experiencia, que sean propuesto por el Ejecutivo, pero confirmados por el Legislativo.  Todo lo que sea correctamente posible.


No debiera ser mala la participación estatal en empresas en crisis, siempre y cuando se haga bajo determinados criterios técnicos, entre ellos que no sea la decisión arbitraria de una persona, sino más bien el resultado de concienzudos análisis de gente que sabe,  y ojo, nunca más allá de participaciones que superen un cuarto o un tercio del capital.


El problema de la Argentina es el desprestigio de su política, y acá no hay excepciones; es la inestabilidad de sus gobernantes que cada vez que cambia el color del gobierno sobrevienen los volantazos.  Lamentablemente el término Políticas de Estado no pasa de ser una expresión de deseo.


La Argentina es víctima y rehén de su descrédito, y lo que es peor, se da con más fuerza respecto de los tres pilares de la república, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.   En las estructuras de decisión de esos poderes, todos aborrecen de ese desprestigio, pero no hay una sola acción concreta capaz de decir, por fin hemos cambiado de rumbo.


Por eso una NO MALA IDEA se transforma en una HORRIBLE IDEA, porque todos confían en nadie; todos le creen a nadie; todos sospechan de todos y, salvo declaraciones rimbombantes el rumbo no cambia.  


Es triste admitir que viviendo tiempos malos y muy malos producto de la economía y el Covid-19 todo hace presumir que para la Argentina vendrán tiempos peores, ¿o no cree usted?


domingo, 10 de mayo de 2020

UNA FICCIÓN DEVALUADA, UNA REALIDAD AUMENTADA

Estamos siendo protagonistas de un fenómeno nunca visto y mucho menos imaginado.  Estamos siendo protagonistas de una escena surrealista.

Es un surrealismo que impacta, conmueve y emociona pero que se comienza a vivir con naturalidad.  La gente va y viene por las calles con tapabocas, algunos con guantes, respetando las filas en el banco o en algún negocio a la hora de comprar, y comiendo comida de restaurante,  pero en casa......."

¿Será lo que llaman la Nueva Normalidad?   Pero, como puede ser algo normal si no sabemos para dónde va ni tampoco cuándo termina?

Los medios convencionales, digitales y de redes, nos muestran a “expertos” hablando y teorizando sobre una realidad que nunca vieron.  Una realidad cuyo punto más cercano podría haber sido un libreto de Hollywood.   Sin embargo, convengamos, un libreto de Hollywood con esta imaginación hubiese sido desechado por exagerado. Una cosa es la ciencia ficción y otra cosa la realidad que la supera.

Me quedo con la frase de una amiga:  “Lo unico que se puede ver es la tristeza en los ojos de la gente , de resignación frente a esta situación, el ya no ser dueños de nuestras vidas”.   Tremendo, pero verdadero, o alguien se atreve a afirmar lo contrario?   Vamos por parte.

Hay tristeza porque la alegría está arrinconada por ahí.
Hay resignación porque es esto o esto. La gente no dispone de muchas opciones para manejar su vida.
La pérdida de pertenencia de las vidas própias es muy fuerte; esperemos no sea irreversible.  En nombre de la “Nueva Normalidad” se pueden hacer muchas barbaridades.

Cómo se sale de esto?  Qué buena pregunta cuya respuesta pasa inevitablemente por economía.

Hay gobiernos, lo menos, quizás los más retrógrados,  que creen que de esto se sale subiéndole impuestos a aquellos que pueden pagarlos.

El efecto más devastador del Covid19 será sin dudas el impacto económico.  Cientos de miles de personas sin empleo; cientos de miles de empresas en las puertas de la quiebra; cientos de miles de empresas quebradas.  Algún día tendremos los números de qué fue mejor o peor.  Por hoy lo más concreto que tenemos a la vista a es a gente jodida o muy jodida.

Sin embargo, yo que de economía sé nada  voy a opinar igual.  Qué más da los que saben opinan y no pegan una.

Personalmente creo que bajar los impuestos a las personas y a las empresas es la salida más efectiva, eficiente y menos dolorosa porque los Estado -creo yo- pueden emitir exactamente el faltante que tengan en caja para financiar sus obligaciones básicas. Bajo riesgo de inflación, porque no hay más circulante que el que falta.

Sin embargo, las personas y las empresas que dejan de pagar impuestos inevitablemente volcarán ese dinero al consumo, a la economía real.  Será dinero fresco, reactivador. Es elemental o estoy muy perdido?

Como vivimos en el mundo de los vivos se podría incluso reglamentar que aquellos que se acojan al no pago de impuestos queden coartados de participar de la timba financiera, algo que siempre es muy tentador.

Pero volvamos a la tristeza en los ojos de la gente. Qué tremendo, no?
Es tristeza por todo.  Por lo poco que podemos hacer, por lo que hacen quienes nos dirigen, por la incertidumbre, por las pérdidas, por los afectos, porque esto hoy parece eterno y porque la solución no está a la vuelta de la esquina.  Las deidades han quedado devaluadas.

¿Cómo así.  Será que el Ser Supremo en el cual muchos creen, que sólo quiere lo mejor para su rebaño se escabulló al primer problema en serio en serio?

Será que Covid19 no sólo ha puesto en jaque a los científicos y los gobiernos sino también a las religiones?   

Ya tenemos tema para el próximo artículo, ¿o no cree usted?




domingo, 3 de mayo de 2020

...NO SON LOS MEJORES


Ya lo dijimos en un artículo anterior.  Los que gobiernan son solamente los más votados, no los mejores.   Eso queda en evidencia en forma casi permanente, pero mucho más evidente aún en una Emergencia Sanitaria sin precedentes, sin experiencia ni manuales de procedimientos.  Una pandemia a lo Machado, haciendo camino al andar.

No cabe dudas que el “top-top” de esta lista es Mr. President, Donald John Trump quien el 22 de Enero de este año, al día siguiente de la primera muerte de Covid19 en Estados Unidos, dijo, “lo tenemos totalmente bajo control. Todo va a estar bien”. Recién 51 días después declaró la Emergencia Sanitaria.  El resto de la historia es conocida; su país es el No.1:  Tiene el 33,62% de los contagiados del mundo y el 27,45% de los fallecidos.1

Le sigue su “follower” más acérrimo, Jair Messias Bolsonaro, cuyo país ostenta la tasa de contagio más alta del mundo, 2,8.  Esto significa que cada contagiado transmite la enfermedad a casi tres personas más.2     No obstante aquello, el presidente de Brasil ha visto con agrado -apoyado es la expresión correcta- la apertura de centros comerciales sin ningún tipo de medida preventiva; distanciamiento social, por ejemplo.  Y él además ha hecho gala de salir a mezclarse con la gente como si todo lo que está pasando sólo fuera ficción.

Más cerca nuestro, Sebastián Piñera en Chile, país que tiene un alto número de infectados respecto de su población, pero al mismo tiempo el que más testeos realiza por millón de habitantes introduce en medio de la pandemia el tema del plebiscito de Octubre, cuestión que irrita a propios  y a ajenos.  Especialmente a aquellos     que esperan reformar la Constitución promulgada por la dictadura de Pinochet hace 40 años.  Inoportuno tema arriba de la mesa en momentos en que aún el virus no ha hecho peak en su país; es decir  el foco de la preocupación está en otro lado, y  es discutible además  si este es un tema que importe directamente al Presidente.

En tanto en Argentina, crece con más fuerza la convicción de que el novel presidente Alberto Fernández buscará refugiarse en la pandemia y la cuarentena todo lo que sea posible pues de esa forma coloca un manto de postergación a uno de los problemas más graves que enfrenta una vez más su país.  Otro default.   

Argentina quedó quebrada después de la administración Macri.  Fernández prometió soluciones que no ha podido ni podrá cumplir, pues no tiene un solo peso en la caja y tampoco un plan para salir del trágico momento económico que vive el país.  Los acreedores lo tienen arrinconado y negocian con un joven ministro de Economía de poco peso.  En estos días además Fernández escuchó -aunque lo niegue- uno de los peores cacerolazos de los últimos tiempos motivado por la liberación a destajo de presos; cuestión que primero respaldó y luego negó.  En un par de días.

Mientras haya cuarentena el presidente argentino seguirá teniendo poder y apoyo de prácticamente todas las fuerzas políticas.  Cuando termine la cuarentena volverá a la dura realidad, y quizás a perder el poder.

En fin. Es una tragedia tener que admitir que los que gobiernan no son los mejores, sino políticos que en determinado momento sacaron muchos más votos que sus rivales. Lo peor de todo es que son el resultado de la voluntad popular, lo que nos llevaría a decir, nada de qué quejarse.

La nueva normalidad traerá, sin dudas, nuevos usos y costumbres; sin embargo estoy casi convencido que no cambiará la calidad de los políticos ni las exigencias de la ciudadanía para tener mejores representantes en las instituciones del poder. O no cree usted?
  
1: Fuente: Wikipedia, Mayo 3 de 2020
2:  Fuente, Imperial College de Londres

lunes, 13 de abril de 2020

LOS QUE GOBIERNAN NO SON LOS MEJORES, SON SIMPLEMENTE LOS MÁS VOTADOS


¿Por qué nos quejamos siempre de nuestros representantes elegidos por el voto popular?
¿Tendrá que ver con la lógica difusa o con el falso dilema?  
Dejemos eso para los analistas y focalicemonos en el mundo real.

Crecimos con la creencia o ilusión de que quienes nos gobiernan están allí porque son seres superiores, superlativos, primus inter pares, cuando en realidad no es así.   Hay y ha habido excepciones, es cierto, como las hay en todas las actividades y relaciones de la vida, pero son eso, excepciones y no una regla.

Un Presidente, un Gobernador, Intendente, Diputado, Senador, Alcalde o Concejales están donde están porque mucha gente los voto.   A veces ni siquiera son los más votados, pero son los que llegaron.

Lo que ocurre es que nos han hecho creer, y nosotros lo hemos creido sin siquiera cuestionarlo, que un mandatario de la voluntad popular es un tipo excepcional.  En todo y más amplio sentido de la palabra.

Ello lleva a que la gente espere mucho, a veces demasiado, de quienes no necesariamente han sido elegidos por su capacidad, sino simplemente porque son populares o por una simple decisión tomada a puertas cerradas en las oficinas de algún partido.  Otros sólo son parte de una lista para completarla y uno termina eligiendo a quien no eligió.  ¿Se entiende?

Los distintos sistemas de elección no son perfectos pues no reflejan necesaria y estrictamente la voluntad popular, pero es lo que hay.

Eso hace que la brecha entre expectativas y realidad  sea siempre amplia, y mucho más aún cuando el representante popular toma decisiones sin tener el cuenta la opinión de sus representados.   En los últimos tiempos esto ha quedado más que evidente frente a temas complejos como el aborto, el divorcio, la muerte asistida, la paridad de género, las etnias, etc.

La salida “cómoda” en situaciones como estas es el voto en conciencia.  Falaz.  Jamás un representante del voto popular podría votar en conciencia porque está donde está porque representa la expresión, voluntad, creencias, convicciones de un grupo determinado de personas que le ha confiado los represente en el cargo al cual ha postulado.    El voto en conciencia es la salida cómoda de los partidos que no quieren abordar temas espinudos, ni mucho menos ir a la fuente de su representación.

En realidad, y aunque sea duro decirlo, uno no debiera esperar mucho de sus representantes populares, pero sí exigirles en demasía.  Para ello es necesario e indispensable que la sociedad se organice y participe, caso contrario seguirá ejerciendo el rol de rebaño que tanto facilita las cosas de la política, la cual -dicho sea de paso- funciona en el sistema menos malo de representación popular que se conoce hasta ahora.

Lo que no puede ocurrir es que desde sus cargos nos hagan creer que son seres que tienen la Verdad, porque no es así.   Es más, siempre estará la duda si eran aptos para llegar allí.

Lo que las personas no pueden perder de vista es que los que gobiernan no son los mejores, sino simple y sencillamente en la mayoría de los casos son los más votados, lo cual no es sinónimo de capacidad alguna.  Por otro lado no hay que perder de vista que difícilmente ellos harán algo para llevar agua para su molino, sí el suyo de Ud., porque primero siempre procurarán que el agua vaya para su molino, sí el de ellos. ¿O no cree Ud.?

11 Abril 2020

viernes, 10 de abril de 2020

SALUD vs. ECONOMÍA, ¿ES UN DILEMA ÉTICO?

Publicado en https://comentarista.emol.com/1564263/Roberto-Poblete-Montenegro-.html el 3 de Abril, 2020


La crisis del Coronavirus nos puso a prueba a todos. A algunos más que a otros. Ninguno estábamos preparados para nada. Es que nunca nos pasó algo así. La globalización de los medios, las redes sociales, la tecnología nos pusieron al corriente más rápido de lo esperado.

Como en toda crisis, unos la aceptan de entrada, otros la niegan de entrada, y también están los incrédulos.

Esto ha resultado ser algo más que un fierro caliente en nuestras manos. Esta vez no quiero ser empático para ponerme en los zapatos de un gobernante. ¿Qué se hace en casos como estos?

Llamar a los expertos es la respuesta más inmediata. De allí salen propuestas, dispersas por cierto, pero vías de escape al ataque fulminante.

Lo más importante es salvar la salud de la población dicen muchos; pero ojo, no vaya a ser cosa que por hacer eso nos pasemos de revoluciones y paralicemos todo, incluso la economía. No, con la economía no!!, vociferan otros.

¿Es esto algo que se deba discutir?

¿En serio que hay que poner en la balanza la salud de las personas por un lado y la economía por otro? Y más aún siendo países tan subdesarrollados como los nuestros -porque lo somos- aunque a veces nos tentemos a pensar que no.

Un poco más lejos, allá en el norte Donald Trump negó el desastre que es capaz de hacer Covid19 hasta que “las balas le pegaron cerca”. Obstinado y soberbio como es negó los efectos del virus hasta que Estados Unidos se convirtió en el Top One de los contagiados. 

“Esta semana he visto en televisión bolsas con cuerpos por los pasillos. He visto traer camiones tráilers, camiones frigoríficos, porque no pueden gestionar tantos cadáveres. Y todo eso básicamente en mi barrio, en Queens, en Nueva York”, dijo.

Otro caso similar ha sido Bolsonaro, también tozudo al extremo de salir a las calles a compartir con la gente y escribir barbaridades que el mismísimo Twitter tuvo que eliminar.

Volvamos al punto inicial. Salud vs. Economía es un dilema ético? La fuerza del daño va poniendo por si sola fin al debate.

Diezmar a una población -que digan los españoles o italianos que esto no es así- por salvaguardar los “equilibrios macro y micro” de la economía de los países parece un absurdo, casi un acto de lesa humanidad. Esto económicamente va a terminar mal, muy mal, como si hubieses sido una guerra, pero sin destrucción de ciudades.

El siglo pasado tuvimos dos guerras muy grandes -“mundiales” las llamaron- donde los países que allí participaron se recuperaron y hoy en general gozan de buena salud económica, bah, mejor que nuestros países sudacas que no estuvieron en ninguna de esas y económicamente todavía no les llegan ni a los talones; porque convengamos, el desarrollo económico para que sea en serio les tiene que tocar si no a todos, a gran parte de la población. No sería el caso de Sudacamérica.

Sin embargo salvar la salud de la población es una decisión que ni siquiera merecía haber sido discutida, menos en nuestros territorios donde, como hemos visto, las infraestructuras de salud son bastante endebles.

No sabemos cuánto nos va a costar todo esto en términos económicos, cómo nos va a pegar individualmente ni cuándo volveremos a retomar un ritmo de desarrollo y crecimiento como más o menos nos lo merecemos.

Lo que sí es cierto, es que si se ocurre más temprano que tarde habrá mucha más gente que lo pueda ver, y ojalá disfrutar. ¿O no cree usted?

"LA SOCIEDAD NO PUEDE SER PEOR QUE SUS GOBIERNOS"


Publicado en https://comentarista.emol.com/1564263/Roberto-Poblete-Montenegro-.html el 27 de Marzo, 2020.

La frase le pertenece al periodista español Diego Fonseca quien la escribió el 15/03/2020 desde su hogar en Igualada, la primera ciudad española en entrar en cuarentena por COVID19. Cuánta razón tiene.

Durante años y en todas las latitudes sin excepción los ciudadanos exigen a sus políticos en general y a sus gobiernos en particular que se comporten a la altura de las circunstancias y cargos. De ahí el bien ganado desprestigio de la política.

Sin embargo, cuando la cosa es al revés una parte de la sociedad no da la talla, y no porque haya algo que se lo impida, sino simplemente porque se le exacerba aquello de ser intocable, inmortal, el capo de la cuadra o el “cancherito”. También aplica aquello de “es que a mí no me va a pasar…yo me cuido”.

Veamos dos ejemplos, Chile y Argentina. Ambos países con la circulación restringida para las personas que tienen actividades no esenciales tienen más detenidos que enfermos por COVID19. En Argentina dicen “hay más pelotudos que contagiados”.

Cuando lo que está en riesgo es la vida propia y la de los seres más queridos llama la atención la actitud desafiante de aquellos que creen que esta pandemia es la oportunidad para irse a la playa, al campo, para salir de paseo con la familia o para jugar un partidito de fútbol en el parque. Otros se van al supermercado en patota.

Esa actitud desafiante, irresponsable, inculta revela que el discursito de la solidaridad pareciera que es sólo eso, un discursito, porque ahora es cuando más necesario que nunca ponerlo en práctica, justo no funciona. La gente se comporta como lo que critica, indolente. Porque precisamente esa es una de las cosas que más se le reclama a los gobiernos, su excesivo ejercicio de la indolencia*. Ejemplos sobran, aquí, allá y acullá.

Muchos “justifican” ese desafío a una cuestión antropológica. Si así fuese habría que eximir de culpas entonces a gobiernos y políticos. Aunque es probable que quienes nos conquistaron algo de responsabilidad tengan, porque allá donde nos llevan un par de semanas de ventaja con el virus tuvieron que cerrar todo-todo porque la gente también se comportaba peor que sus gobiernos.

Mientras Argentina está en Cuarentena Total, a tres días de haber sido impuesta parece que comienza a ser total en serio porque “la letra con sangre entra”. Mientras en Chile han dispuesto un discreto -aunque la palabra correcta debiera ser ridículo- Toque de Queda. Digo ridículo porque han restringido la circulación de las personas en los horarios que menos circulan las personas. No se entiende.

Lo cierto es que, frente al pedido simple de no salir, de no desplazarse, “esfuerzo mínimo” algunos han arrancado pésimo. Otros dirán que los que han salido eran cuentapropistas, que si no salen a trabajar no consiguen dinero para “parar la olla”. Verdad a medias porque los que han ido detenidos es porque en su mayoría andaban en “actividades recreativas”.

Resumiendo, Fonseca tiene razón. En tiempos difíciles como estos “la sociedad no puede ser peor que sus gobiernos”, ¿o no cree usted?

*: Se conoce como indolente a la persona que posee un carácter poco sensible a las cosas que acostumbran a interesar o conmover a los demás individuos. El individuo indolente se caracteriza por su negligencia, falta de actividad y de aplicación en el cumplimiento de las obligaciones. Fuente, significados.com

PIÑERA EN UN CALLEJÓN SIN SALIDA

Este artículo fue publicado en capsular.cl el 13 de Marzo, 2020


Transcurrido casi cinco meses desde que comenzó el estallido social el gobierno del Pdte. Sebastián Piñera demostró tener ninguna habilidad u oficio político para apaciguar los ánimos de un problema semi-heredado*.
Fueron pasando los días, las semanas y los meses y el estallido se mantiene como el primer día, o quizás peor, pues al gobierno se le escapó de las manos el control de Carabineros, que ha demostrado tener vuelo propio mientras el jefe directo de esa institución, Gonzalo Blumel, Ministro del Interior y de Seguridad Pública ha demostrado una incapacidad notable para garantizar el orden público. 
La falta de oficio político y de calle de este ministro es evidente. Guste o no, quizás los chilenos nos acostumbramos a tener Ministros del Interior con los pantalones bien puestos tanto para propios como para ajenos. Uno revisa el currículo de este muchacho y advierte en él mucho think tank, quizás demasiado.
«El tango dice que “veinte años no es nada”, pero para el gobierno del Pdte. Piñera dos años más pueden ser una eternidad si nada cambia. ¿Y a estas alturas qué tendría que cambiar? «
Pero el tema de fondo no es ese, aunque la “autonomía” de Carabineros no deja de ser preocupante. El General Rozas, su Director, ya le tomó el peso a sus jefes políticos; hace lo que quiere.
El descontento creciente de la gente, acumulado por 30 años, más la debilidad para controlar la calle (en realidad al lúmpen) ha desacreditado como nunca en la historia al gobierno de turno. Si no recuerdo mal, ni la dictadura tuvo niveles tan bajo de aprobación ni tan altos de desaprobación, y quedan aún dos años por delante.
El tango dice que “veinte años no es nada”, pero para el gobierno del Pdte. Piñera dos años más pueden ser una eternidad si nada cambia. ¿Y a estas alturas qué tendría que cambiar? 
Convengamos que la ciudadanía le ha retirado la confianza, no sólo al gobierno, sino a la dirigencia política en general, sin excepciones. Pruebas sobran todos los días, de todos los lados y colores. Entonces, ¿cómo seguir y como tratar de retomar una convivencia lo más razonable posible?
Cuando se pierde la confianza el responsable tiene que poner su cargo a disposición antes que lo echen. Ocurre en el fútbol, en las empresas, y generalmente ocurre también en la política. Este no parecería ser el caso. Ojo, si “Chile está primero” (frase desgastada por los políticos) nadie debe renunciar porque sería malo para la democracia y para la república mucho más que para el gobierno, pero sí buscar una salida alternativa que restituya la convivencia y cierre la grieta.
No hay mucho margen para inventos. Pareciera que el adelantamiento de las elecciones de los poderes Ejecutivo y Legislativo podría ser una solución viable, pues de esa manera se le da a la ciudadanía la oportunidad de “barajar y dar de nuevo”; es decir, de poner frente a la conducción del país a personas que, habiendo entendido el mensaje, estén dispuestos a construir un Chile distinto, plural, y obviamente mucho más justo, donde el desarrollo y progreso de las personas tenga como norte el acortar la brecha entre los de arriba y los de abajo.
No cabe dudas que es necesario abrir las puertas y ventanas de La Moneda y el Congreso para que entre aire nuevo y fresco, lo que quiere decir que los que vengan no hayan estado más de dos años en el Parlamento, caso contrario será más de lo mismo.
Resumiendo, si pasa nada Chile seguirá en un callejón sin salida, ¿o no cree usted?
*: Los problemas de Piñera son semi-heredados porque la bronca de la gente tiene 30 años. La Concertación cuando era oposición en dictadura prometió solucionarlos; estuvo 24 años en el poder e hizo poco y nada. Los otros seis han sido de Piñera y así estamos.

VIOLENCIA MACHISTA. AY QUÉ TEMA, ¿NO?

“L a acumulación de crímenes por violencia machista ha originado entre los lectores diversos debates sobre cómo deben contarse estos abomina...